Hoy hace dos años que el ejército ruso atacó Ucrania: desde entonces, 6,4 millones de personas están refugiadas en el extranjero, 14,6 millones necesitan ayuda y 3,7 millones son desplazados internos. La opción militar sigue prevaleciendo sobre la diplomática, a pesar de la multiplicación de los llamamientos a la paz. Al entrar en el tercer año de conflicto, la situación está cambiando. La agresión de Rusia está obligando a todos los operadores humanitarios, la Orden de Malta entre ellos, a buscar un nuevo enfoque para llegar a las poblaciones necesitadas y, al mismo tiempo, proteger a su propio personal.
La Orden de Malta actuó inmediatamente después del inicio del conflicto con un enorme esfuerzo conjunto, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial: todas sus asociaciones, cuerpos de ayuda y voluntarios se movilizaron para llevar todo tipo de ayuda a Ucrania, país en el que la Orden asume desde hace más de 30 años un compromiso humanitario y con el que ha celebrado recientemente 15 años de relaciones diplomáticas.
Ha proporcionado asistencia médica, social y psicológica, y ha creado refugios seguros para las personas desplazadas en Ucrania y los países vecinos. Se han transportado miles de toneladas de alimentos y material humanitario a Ucrania, que desde allí se han distribuido a más de 70 localidades del país. Bajo la coordinación de Malteser International, las organizaciones de la Orden de Malta han prestado asistencia logística y médica desde el comienzo de la guerra, en febrero de 2022, repartiendo alimentos en pasos fronterizos, refugios y estaciones de tren. A medida que el conflicto evolucionaba, los esfuerzos de ayuda se extendieron a las regiones del este y del sur, llegando a más de 300.000 personas con suministros cruciales como alimentos y generadores.
Pavlo Titko, responsable de Malteser Ucrania en Lviv, observa un cambio significativo en el enfoque de la organización en los dos últimos años. «El primer año trabajamos a un ritmo completamente distinto. Nos apresurábamos a ayudar donde más se necesitaba. Ahora, tras dos años de conflicto, nuestro enfoque ha evolucionado hacia un compromiso más estratégico y a largo plazo. Lo que antes era un sprint se ha convertido ahora en un maratón. Hemos tenido que aprender a priorizar, reconociendo que nuestra capacidad no es infinita. Y no sólo somos socorristas, sino también víctimas. Nuestros familiares y amigos están luchando en la guerra, algunos de nuestros parientes han muerto. Es muy difícil y agotador centrarse en el trabajo todo el tiempo, cuando los asuntos personales son a veces el centro de atención. Tenemos que hacer acopio de fuerzas constantemente para continuar nuestro trabajo. Al mismo tiempo, ayudar a los demás es una gran fuente de fuerza y motivación para seguir trabajando», explica Titko.
Cada día que pasa, el peaje psicológico del conflicto pesa más sobre la población, hasta el punto de que la prestación de apoyo psicosocial se ha convertido en una piedra angular de la labor de la Orden de Malta. En los dos últimos años, Malteser International ha llegado a unas 67.000 personas en Ucrania, ofreciéndoles asesoramiento y apoyo a través de un equipo especializado de 70 terapeutas, con sesiones individuales, intervenciones en grupo o a través de plataformas virtuales.
La asistencia prestada a la población ucraniana afectada por la guerra es un ejemplo del enfoque holístico característico de la Orden de Malta en todo el mundo, que cura tanto el espíritu como el cuerpo. En Lviv se creó un centro de prótesis, uno de los pocos de la zona, que abrió sus puertas en septiembre de 2022: en los últimos 12 meses se han colocado 215 prótesis. Las prótesis de alta tecnología son gratuitas y pueden fabricarse para caminar, pero también para correr y nadar.
Esta intervención humanitaria concreta ha ido acompañada desde el principio de un esfuerzo diplomático continuo: el Gran Canciller, Riccardo Paternò di Montecupo, hizo una declaración ante el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado mes de septiembre, en el marco del debate sobre Ucrania: «No hay una solución fácil para este conflicto, pero la paz sigue siendo la única salida a esta trágica situación. Somos conscientes de que el proceso puede ser largo, difícil y doloroso, pero no hay alternativa si queremos detener cuanto antes el enorme sufrimiento humano y las negativas repercusiones económicas y sociales negativas de la guerra en todo el mundo».
Se calcula que 10.000 civiles ucranianos han muerto en la guerra, entre ellos más de 500 niños. Los heridos llegan casi a 20.000, de los cuales unos 1.200 son niños. Entre los militares ucranianos se calcula que hay unos 200.000 muertos y heridos.