Tras el violento seísmo de magnitud 6,4 que golpeó la ciudad croata de Petrinja, al sureste de la capital Zagreb, el pasado 29 de diciembre, han llegado una sacudida sísmica y, el miércoles por la tarde, otra violenta réplica de magnitud 4. Muchos de los edificios ya dañados han quedado definitivamente destruidos. El alcalde de Petrinja ha organizado la evacuación de la mayor parte de los 25.000 habitantes, ya que ninguna construcción puede ser ya considerada segura.

Miles de familias se han visto obligadas a refugiarse en escuelas, cuarteles, aparcamientos, comedores, vehículos y tiendas. El clima de esta región es muy frío y «en Petrinja el invierno durará probablemente al menos hasta finales de marzo. Es esencial, por lo tanto, ofrecer a la población una ayuda inmediata», ha explicado Clemens Mirbach-Harff, secretario general de Malteser-International-es, que ha acudido inmediatamente en respuesta a la emergencia con una contribución de 20.000 euros.

Junto a las asociaciones alemana y austriaca de la Orden de Malta, Cáritas en Croacia y otros socios locales, la organización de ayuda internacional de la Orden ofrece refugio a las víctimas del seísmo. «Junto a nuestros colaboradores, ofreceremos refugios a prueba de frío, como cabañas de madera y módulos prefabricados, que pueden instalarse muy rápidamente», afirma Mirbach-Harff.

La pandemia de coronavirus dificulta la prestación de ayuda. Los terremotos han provocado graves daños a la infraestructura, incluida la sanitaria: dos hospitales han debido ser evacuados a pesar de estar a pleno rendimiento por la pandemia. Este seísmo pone a prueba un sistema sanitario ya sobrecargado.

El terremoto del 29 de diciembre en Croacia deja siete fallecidos y decenas de heridos. Según los datos de las autoridades croatas, hay más de 20.000 edificios dañados.

A día de hoy, más de 216.000 personas se han contagiado de la covid-19 y más de 4.000 han fallecido por esa causa.