Desde hace más de 25 años, la Hermandad del Beato Gerardo gestiona varios programas de asistencia vitales en la zona desfavorecida de Mandeni, en la costa Este de Sudáfrica, como proyectos sanitarios para seropositivos, atención infantil, asistencia a los pobres y primeros auxilios en emergencias. Hasta el momento, el país ha registrado más de 24.000 contagios y más de 500 muertes debido a la covid-19, pero las autoridades confirman un alarmante aumento del número de casos, y prevén que se alcance en pico entre julio y agosto. Entretanto, debido al impacto de la pandemia en la economía, el gobierno ha decidido levantar algunas de las medidas de confinamiento. En esta entrevista con Radio Vaticana, el Padre Gérard Lagleder, que gestiona el centro Beato Gerardo, habla de su preocupación frente al dramático aumento de los contagios y de cómo su centro ha tratado de adaptarse para responder a las necesidades más urgentes, empezando por la distribución de paquetes de alimentos a las familias pobres y la entrega de fármacos retrovirales para dos meses a los pacientes.
La rama sudafricana de la Soberana Orden de Malta ofrece paquetes de alimentos a cientos de personas vulnerables aisladas en sus hogares, que no tienen acceso a las ayudas del gobierno, en plena pandemia de coronavirus.
Mientras la mayoría de los países europeos comienzan a aligerar las restricciones impuestas durante la pandemia, por un descenso en los contagios y la mortalidad, las autoridades sudafricanas advierten de que el brote de nuevo coronavirus en el país está abocado a empeorar.
Hasta la fecha, Sudáfrica ha registrado más de 24.000 contagios y más de 500 muertes por covid-19.
El presidente Ramaphosa ha afirmado esta semana que el actual confinamiento no puede mantenerse indefinidamente, debido a sus consecuencias económicas para millones de personas, y ha anunciado que algunas restricciones se suavizarán a partir del 1 de junio. Sin embargo, muchas de esas personas siguen quedando en el limbo de las ayudas sociales.
Entre los más vulnerables afectados por los efectos del confinamiento están las personas seropositivas y los enfermos de Sida atendidos a domicilio, así como los más pobres atendidos por la rama sudafricana de la Orden de Malta.
El padre benedictino Gérard Lagleder, fundador y presidente de la Hermandad del Beato Gerardo, centro de asistencia de la Orden de Malta en Mandeni (provincia de Kwazulu Natal), ha explicado a Linda Bordoni que ha visto a muchas personas al borde de la inanición, mientras el número de contagios de la covid-19 sigue creciendo.
Gracias al trabajo y la dedicación del personal y los voluntarios de la Hermandad del Beato Gerardo en Mandeni, algunos de los más pobres de entre los pobres, muchos seropositivos o enfermos de Sida, reciben fármacos esenciales para su supervivencia y alimentos. La organización también dirige un orfanato, una residencia para enfermos terminales y una clínica para niños malnutridos.
El padre Gérard ve con preocupación los próximos meses, para los que los expertos prevén un dramático aumento de los contagios en Sudáfrica: se esperan 12 o 13 millones de contagios para noviembre, y el pico se alcanzaría en julio y agosto.
La misión de la organización está centrada en el empoderamiento de las personas, para conseguir que sean autónomas. Su objetivo secundario es ofrecer ayuda directa en casos de emergencia, y es este el cometido principal de la organización en la actualidad, puesto que la pandemia desvela las fallas de los sistemas, con mayor marginación, tensión social y pobreza extrema.
Impacto del confinamiento en los pobres
Está muy bien que las medidas de confinamiento se apliquen, explica, «pero el problema es que la gente está muriendo de hambre», especialmente las personas residentes en asentamientos informales.
«Si tu principal fuente de sustento es vender plátanos o aguacates al borde de la carretera, durante un confinamiento no tienes nada que llevar a casa al final del día. Y eso es lo que está pasado en este país, donde muchas personas sobreviven trabajando como comerciantes informales.
Nos enfrentamos a la extrema pobreza, que se suma a que muchos de los atendidos por la Hermandad son enfermos de Sida y pacientes a domicilio, a los cuales no llegan los servicios sociales.»
El padre Gérard reconoce que el gobierno hace mucho y consigue distribuir paquetes de alimentos, «pero hay que hacer cola durante horas para poder conseguirlos», y comenta que las largas colas se parecen a aquellas que asombraron al mundo cuando todos los sudafricanos hicieron cola para votar por primera vez, en las históricas elecciones de 1994.
«Nuestros pacientes a domicilio están en sus camas y nuestros enfermos de Sida no tienen las fuerzas suficientes para hacer cola hasta recibir un paquete de alimentos», señala. La Hermandad ha puesto pues en marcha un programa alimentario dirigido a los pacientes a domicilio y los enfermos terminales de Sida del centro y en sus hogares.
Esquivando el hambre
Actualmente, el programa alimentario atiende a unas 300 familias, y cada paquete dura un mes para una familia de dos o tres personas. Sin embargo, afirma el padre Gérard, si la organización consigue financiarlo, se espera que esta cifra aumente significativamente.
Otra de las prioridades es la medicación para los seropositivos o los enfermos de Sida: la Hermandad ha entregado fármacos antiretrovirales para un mes de tratamiento a los necesitados antes del confinamiento, y ahora se prepara para distribuir más.
Aparte de las restricciones de desplazamiento, «muchos de nuestros pacientes no pueden pagarse el transporte público para llegar hasta las clínicas a buscar la medicación», afirma. Además, están inmunodeprimidos, lo que les hace particularmente vulnerables frente al virus; prefieren, pues, quedarse en la seguridad de sus hogares. «Les entregamos sus fármacos, y alimentos también, para que puedan subsistir durante este terrible periodo».
Cómo ayudar
Un problema que preocupa al padre Gérard es la recaudación de fondos para el programa, ya que la pandemia ha detenido las campañas de recogida de fondos, y muchos donantes potenciales no parecen fiarse de las campañas virtuales.
Pero lanza un llamamiento: «por favor, practiquen lo que los alemanes llaman «sistema en bola de nieve», que quiere decir pasar el mensaje: los que quieran donar pueden estar seguros de que el dinero llega adonde tiene que llegar y que se va a gestionar adecuadamente».
Cada paquete de alimentos, explica, cuesta el equivalente de 16 euros, y esos paquetes salvan vidas.
Aunque la moral está muy baja ahora mismo, porque las personas están desesperadas, el padre Gérard concluye diciendo que, cuando las personas reciben ayuda, el sentimiento de alegría es palpable:
«Sonríen, aliviados de sentir que alguien se preocupa por ellos, que son importantes. Eso es lo que hace la Orden de Malta, y eso es lo que hacemos.»