¡Que la paz del Niño Jesús y las bendiciones de la Encarnación nos acompañen en esta Navidad y durante todo el año nuevo!
Quisiera expresar mis mejores deseos y elevar mis oraciones por una feliz y santa Navidad a mis hermanos en votos, a todos los hermanos, personal, voluntarios y amigos en todo el mundo. Su incansable dedicación, trabajo duro y lealtad durante el año nos han puesto con toda seguridad en el camino hacia un próspero 2023 para nuestra querida Orden. Doy las gracias a todos y cada uno de ustedes, que llevan en su corazón el interés de la Orden de Malta.
El año que está a punto de terminar ha estado repleto de retos y no pocos éxitos. El principal de ellos ha sido la conclusión de un proceso de renovación de cinco años de duración. Después de considerar cuidadosamente una variedad de propuestas y opiniones, el Santo Padre promulgó el 3 de septiembre de 2022 una nueva Constitución y Código para la Orden que subraya su carácter religioso. Sé que la gran mayoría espera con impaciencia el próximo Capítulo General de enero, en el que comenzaremos a aplicar las disposiciones y reformas que han surgido durante el proceso de renovación.
La renovación de la Orden tiene un objetivo principal: reforzar nuestra naturaleza religiosa para poder servir a los pobres y a los enfermos con mayor eficacia.
En 2022, nuestras operaciones mundiales de ayuda se han visto seriamente amenazadas por la escalada de conflictos violentos en Ucrania y en muchas otras partes del mundo, quizá lejos de nosotros, pero letales y desastrosos para millones de personas inocentes. Pero los conflictos bélicos no son el único lugar donde reinan el sufrimiento, la muerte y la destrucción. La Orden se enfrenta a la miseria humana en su lucha contra la marginación, la pobreza, las enfermedades olvidadas, el cambio climático, el desplazamiento de personas, la destrucción deliberada de comunidades frágiles y tantas otras injusticias que asolan a la humanidad.
Al tiempo que ampliamos nuestros esfuerzos de ayuda, no podemos olvidar los fundamentos espirituales, la base misma de nuestro trabajo. Es el cimiento de nuestra fuerza motriz, la estrella que nos guía. Mientras prestamos apoyo a los desplazados, atención médica a los enfermos y asistencia a los pobres, debemos recordar siempre las raíces cristianas de nuestra vocación. ¿Y qué mejor momento que la Navidad para recordarlo?
Estoy orgulloso del espléndido trabajo que la Orden realiza en todo el mundo en nombre de Cristo. Me conmueve ver el compromiso y la pasión de nuestros miles de miembros, trabajadores y voluntarios que, con valentía y entrega, alivian el sufrimiento humano en los cinco continentes. Sé muy bien que debemos mucho a los miles de simpatizantes que hacen suya nuestra causa con los ojos fijos en la luz de Cristo que nos llama a servir a la humanidad. Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum.
¡Que las bendiciones del Niño Jesús caigan sobre todos nosotros!