El pueblo Aymara, que vive en el altiplano boliviano, sufre pobreza y hambre. Cerca de dos tercios de la población no reciben la cantidad diaria de calorías que se considera necesaria para la salud. Las familias viven en chozas sin agua corriente, sistemas sanitarios, electricidad ni chimeneas, y la comunidad se reduce sin cesar debido a la migración hacia las ciudades. La mayoría de los Aymara practican una agricultura de supervivencia, cultivando la tierra con animales y arados. El escenario inhóspito está a una media de 4.000 metros de altura, con suelos pobres, parcelas en laderas inclinadas y un clima árido, salvo en la estación de lluvias.

La Asociación canadiense de la Orden de Malta, en colaboración con la Agencia Internacional canadiense para el Desarrollo, ayuda a 400 familias de campesinos, cerca de 2.000 personas, a mejorar sus métodos de cultivo. El objetivo de la Orden es reducir la pobreza y el hambre del pueblo Aymara, para así garantizar una mejor calidad de vida, y una migración urbana menos desestabilizante para la comunidad. Las medidas del proyecto se han desarrollado en colaboración con los campesinos, e incluyen métodos endógenos y ecológicamente sostenibles, como la rotación de cultivos, los ciclos de barbecho y la mejora de la calidad genética de las semillas. Estas mejoras aumentan sustancialmente la cantidad y calidad de las cosechas.

Como parte del proyecto, la Orden de Malta financia la educación de 21 mujeres de 17 a 24 años, que seguirán un programa de tres años en un internado al pie del altiplano. El objetivo es formar a las mujeres en elementos esenciales como lectura, escritura, aritmética, asistencia a partos y buenas prácticas agrícolas, así como bases de tecnologías de la información. Esta formación les permitirá asumir labores de liderazgo en sus familias y comunidades.