Treinta años después, una exposición fotográfica los recuerda en Berlín
En sus memorias han quedado grabados los sentimientos de ansiedad y esperanza vividos en aquellos días del verano de 1989. Y cuando hoy, treinta años después, se vuelven a reunir en Berlín para recordar aquellos campos desplegados por los voluntarios de la Orden de Malta en Budapest, que tan importantes fueron en la sucesiva caída del Muro, las emociones y las imágenes reviven en los corazones de los numerosos refugiados de aquel entonces.
Esto explica el gran éxito de la iniciativa de Malteser Alemania, la organización de la Asociación alemana de la Orden de Malta, que ha montado una exposición titulada «Memorias de Budapest 1989 – testimonios contemporáneos» en la plaza Dorothea Schlegel de Berlín, los días 10 y 11 de septiembre. La exposición pretende contar, mediante fotografías y testimonios, la historia de la colosal operación de acogida y ayuda que los voluntarios húngaros de la Orden de Malta lanzaron durante las agitadas semanas que precedieron a la caída del Muro.
Muchos habitantes de la RDA escaparon a Hungría con la excusa de unas vacaciones, pero con la intención real de huir. Cuando la embajada alemana en Budapest se vio obligada a cerrar sus puertas por saturación, intervinieron los voluntarios montando un centro de emergencia y asistencia en la plaza situada delante de la iglesia de Zugliget. En total se atendió en Hungría a unas 55.000 personas procedentes de la RDA. La presión que se ejerció sobre su gobierno contribuyó a la caída del Muro.
«Fue un periodo tenso y angustiante», recuerda hoy Uwe Schiller, refugiado de Alemania Oriental que huyó con su mujer y dos hijos. «Encontrar apoyo en el campo de los voluntarios de la Orden de Malta nos facilitó mucho las cosas. La ayuda y la solidaridad que recibimos fueron esenciales». Tilo Acksel, que tenía 19 años en aquel entonces y a quien se negaba en la RDA su sueño de ser actor, explica hoy con convicción: «Budapest se convirtió en un símbolo del éxodo masivo; si no hubieran pasado al Oeste tantas personas a través de Hungría, el muro no hubiera caído».
En aquel momento los voluntarios húngaros de la Orden hicieron sencillamente lo que aún hoy siguen haciendo: estar ahí, ayudando. «Weil Nähe zählt», como dice el lema de Malteser, «la cercanía es lo que marca la diferencia». Intentaron ofrecer fe y esperanza en aquellos días inciertos y agitados.