Presente en muchas zonas de conflicto, desde Oriente Medio a África Subsahariana, la Orden de Malta pide una respuesta conjunta frente a la propagación del nuevo coronavirus en las regiones donde los sistemas sanitarios ni siquiera pueden hacer frente a sus necesidades actuales. Como explica el Gran Hospitalario Dominique de La Rochefoucauld-Montbel, «hay cada vez más preocupación por las comunidades que residen en zonas del planeta afectadas por la guerra, donde es difícil acceder a la atención primaria. Las personas desplazadas de estas zonas se enfrentan a una escasez de agua potable, de alimentos y de servicios sanitarios».
En total, 25 países africanos han informado de casos de covid-19. La Orden de Malta tiene numerosas actividades en curso en unos 30 países africanos y ofrece material de protección a sus equipos médicos, como productos de desinfección y pequeño instrumental: tensiómetros, concentradores de oxígeno, tiendas y camillas. «Lo más importante es seguir ofreciendo nuestros servicios médicos. Damos prioridad a la protección de nuestro personal, para que pueda seguir trabajando al servicio de las comunidades locales», ha afirmado el Gran Hospitalario.
El padre Gérard, fundador y presidente de la Hermandad del Beato Gerardo en Mandeni, Sudáfrica, uno de los lugares más pobres del planeta, advierte de un posible tsunami. «Sudáfrica es un país de 59 millones de habitantes, y aunque los números sean aún limitados, debemos darnos prisa porque se acerca un tsunami. Nos enfrentamos a un gran peligro, nuestros servicios sanitarios no están preparados para el desafío y el virus se propaga rápidamente en el país». «Según las previsiones del Ministerio de Sanidad, se contagiará entre el 60 y el 70% de la población de Sudáfrica. Un modelo epidemiológico prevé entre 88.000 y 350.000 fallecimientos únicamente en Sudáfrica».
La preocupación crece en torno a un posible brote del nuevo coronavirus en Siria, que ha entrado ya en su décimo año en guerra. Tan solo en la provincia de Idlib, casi un millón de personas han huido de sus hogares en el último año como consecuencia de la violencia. Muchos residen en asentamientos abarrotados donde el saneamiento y la higiene son escasos. «La situación en el noroeste de Siria ya era muy frágil antes de la crisis del nuevo coronavius; ahora con casi un millón de nuevos desplazados, la propagación del virus puede superar los peores pronósticos. El sistema sanitario carece ya de la capacidad para atender las enfermedades vinculadas a la guerra», afirma Janine Lietmeyer, responsable del programa de Oriente Medio de Malteser-International-es, la organización de ayuda internacional de la Orden de Malta.
Con sus socios en Siria, la organización de ayuda internacional de la Orden sigue gestionando y reforzando las instalaciones sanitarias (hospitales y centros de salud), e intensifica sus actividades en el sector WASH (agua, saneamiento e higiene, de sus siglas en inglés) distribuyendo más agua y artículos de higiene y ayudando a reparar la deficiente estructura sanitaria de los campos y los asentamientos informales. «Por desgracia, no podemos suministrar los tan necesarios equipos de protección, porque no están disponibles en el mercado local», explica Janine Lietmeyer.
En Palestina, en Cisjordania, el hospital de la Sagrada Familia en Belén prosigue su valiosa actividad y sigue siendo el único servicio de cuidados intensivos neonatales de la región. Desde que se decretó el cierre, el 6 de marzo, han nacido unos 150 bebés. «Las restricciones a los movimientos dificultan el transporte de los bebés prematuros hasta nuestro hospital, donde el personal puede atender a bebés nacidos antes de las 32 semanas y que pesan aproximadamente 500 gramos, y a los bebés que necesitan ser operados urgentemente y deben ser trasladados a otro hospital», afirma el embajador de la Orden de Malta ante Palestina, Michele Bowe. La situación en la región es especialmente preocupante debido a la falta de equipos médicos como respiradores y tomas de oxígeno, y debido a la escasez de mascarillas, alcohol y desinfectantes.
Esta misma preocupación se aplica a otros países con crisis humanitarias en curso debido a guerras civiles, a la pobreza o a la inestabilidad política. Jelena Kaifenheim, responsable regional de Malteser-International-es para la región de las Américas, afirma: «En Colombia contamos con un médico desplazado a la secretaría sanitaria de La Guajira, que ayuda en la gestión de la crisis. Las estrictas medidas de cuarentena en Colombia han creado necesidades suplementarias. La situación en la actualidad es dramática, especialmente para los refugiados de Venezuela y para las poblaciones indígenas, que normalmente sobreviven a base de empleos precarios y ahora tienen dificultades incluso para comprar alimentos. La mayoría de ellos no tienen acceso a agua, jabón o servicios sanitarios, y carecen de las condiciones mínimas para respetar las medidas de higiene impuestas para la cuarentena».
Malteser-International-es forma también parte de un grupo de crisis que incluye a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el ministerio local de Sanidad.