Ancianos que consultan a abogados voluntarios sobre su pensión de invalidez; padres de niños con trastornos mentales que necesitan atención psicológica; desempleados que buscan ayuda para pagar las facturas de la luz, del gas o la guardería de sus hijos; madres solteras que recogen sus lotes de pañales y alimentos para bebés.
Hace más de veinte años, el Gran Priorato de Roma inauguró diez centros comunitarios y cuatro unidades de orientación familiar en varias parroquias de la capital. Los miembros de la Orden de Malta y los voluntarios que dirigen estas instalaciones atienden cada año a cientos de personas desfavorecidas, el 90% de las cuales son italianos frente a una minoría de extranjeros.
Los centros de la Orden distribuyen medicamentos, ropa y alimentos entre los necesitados gracias a las donaciones individuales y a las realizadas por colaboradores y supermercados.
Fueron los grandes colaboradores los que permitieron, entre otras cosas, que la Orden enviara toneladas de alimentos a Los Abruzos entre los meses de abril y junio del año pasado, ayuda humanitaria que fue distribuida por los párrocos de los municipios afectados por el terremoto del 6 de abril.
Pero, por encima de todo, son las unidades de orientación familiar las que, lo largo de estos años, se han convertido en todo un punto de referencia para las personas desfavorecidas de varios distritos de Roma. En estas instalaciones se ofrece una asistencia jurídica de valor incalculable para casos de desahucio, violencia doméstica y un servicio de acompañamiento a ancianos discapacitados y mujeres que no se pueden pagar un servicio de asistencia jurídica o psiquiátrica. Además de haber realizado multitud de gestiones burocráticas y resuelto casos penales en los últimos años, el personal voluntario, que incluye personal médico, también ha puesto en funcionamiento un servicio de asistencia domiciliaria para ancianos enfermos o solos. Dicho sector es el segmento de la población más marginado entre todos los grupos de riesgo que atiende la Orden de Malta.
