Al término de la celebración eucarística presidida por el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone, el encuentro con el Papa Benedicto XVI ha sido el momento culminante de la semana de celebraciones por el 900 aniversario de la bula del Papa Pascual II Pie Postulatio Voluntatis (15 de febrero de 1113), que reconoció oficialmente a la Soberana Orden de Malta. En el evento han participado más de 5.000 miembros y voluntarios de la Orden procedentes de todo el mundo, guiados por el Gran Maestre Frey Matthew Festing. Entre los presentes se contaban Giulio Terzi di Sant’Agata, ministro de Asuntos Exteriores del gobierno italiano, en representación del Presidente de la República, así como los representantes de los Jefes de Estado del Principado de Mónaco, Marruecos y Jordania, el Rey Simeón de Bulgaria y el Rey de Rumania. Igualmente han asistido el Comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios, Michel Barnier, y numerosas autoridades civiles, cerca de 170 entre embajadores y representantes diplomáticos y una delegación de la Orden de San Juan.
“Esta importante conmemoración, ha subrayado el Santo Padre, adquiere un especial significado en el contexto del Año de la fe, durante el cual la Iglesia está llamada a renovar la alegría y el compromiso de creer en Jesucristo, único Salvador del mundo. En este sentido, también vosotros estáis llamados a acoger este tiempo de gracia para profundizar en el conocimiento del Señor y para hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe, mediante el testimonio de vuestra vida y vuestro servicio en el hoy de nuestro tiempo”.
“Por la fe, a través de los siglos, continúa, los miembros de vuestra Orden se han prodigado primero en asistir a los enfermos en Jerusalén, y después en socorrer a los peregrinos en Tierra Santa, expuestos a graves peligros, escribiendo así páginas brillantes de caridad cristiana y defensa del cristianismo. En el siglo XIX, la Orden se abrió a nuevos y más amplios campos de actividad en el ámbito asistencial y de servicio a los enfermos y los pobres, pero sin renunciar nunca a los ideales originarios, especialmente el de la intensa vida espiritual de cada uno de sus miembros. (…) Nunca debéis olvidar vuestras raíces, cuando el Beato Gerardo y sus compañeros se consagraron con los votos para el servicio a los pobres, y el privilegio Pie postulatio voluntatis corroboró su vocación”.
“Respecto a otras organizaciones comprometidas en el ámbito internacional en la asistencia a los enfermos, en la solidaridad y la promoción humana, ha recordado Benedicto XVI, vuestra Orden se distingue por la inspiración cristiana que debe orientar constantemente el compromiso social de sus miembros. (…) Vuestra preciosa obra benéfica, articulada en varios campos, y que se lleva a cabo en diversas partes del mundo, concentrada principalmente en el servicio al enfermo con estructuras hospitalarias y sanitarias, no es simple filantropía, sino la expresión eficaz y el testimonio vivo del amor evangélico”.
“Queridos amigos, ha señalado el Pontífice, seguid actuando en la sociedad y en el mundo por las vías maestras indicadas por el evangelio: la fe y la caridad, para reavivar la esperanza. (…) Estos ideales están bien expresados en vuestro lema: «Tuitio fidei et Obsequium pauperum». Son palabras que sintetizan bien el carisma de vuestra Orden, la cual, como sujeto de derecho internacional, no aspira a ejercer poder e influencia de carácter humano, sino que desea desarrollar con plena libertad su propia misión para el bien integral del hombre, cuerpo y alma, con la atención puesta tanto en cada persona como en la comunidad, y sobre todo en quienes están más necesitados de esperanza y de amor”.
A continuación, dirigiéndose a los miembros de la Orden, Frey Matthew Festing ha señalado la misión pasada, presente y futura de la Soberana Orden de Malta: “Hemos desarrollado un papel importante en innumerables acontecimientos históricos, a menudo dramáticos. La Orden de Malta se ha visto frecuentemente obligada a abandonar aquello que había construido y a volver a empezar de cero. Ha afrontado vicisitudes que han amenazado su propia existencia. Pero después de casi un milenio aquí seguimos. La misión es siempre la misma: seguir apoyando la lucha contra la pobreza, la enfermedad y el sufrimiento en todos los continentes. Es una misión necesaria, tanto hoy como hace 900 años, para aliviar la fragilidad física y espiritual, para promover la paz y la justicia y para ayudar a nuestro prójimo necesitado”.
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI: