Con ocasión del mensaje del Papa Francisco para la celebración de la 52ª Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero, Frey Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto ha escrito al Santo Padre.
Reproducimos a continuación el texto del mensaje.
Beatísimo Padre,
El propio concepto del mensaje por la paz, que Su Santidad dirige cada año a la humanidad y a los gobernantes, adquiere hoy un significado y una fuerza particulares.
Por primera vez desde hace más de medio siglo, los dirigentes de los países que componen la que en otro tiempo, hoy olvidado, se llamó Familia de Naciones, ya no parecen, salvo algunas excepciones, trabajar por la paz y la concordia entre los hombres. En este momento de grandes transformaciones y graves crisis sociales, políticas y de ideales, muchos de los responsables del destino de sus países parecen, de hecho, haber decidido identificar a un «enemigo» como método para reforzar el consenso interno y sus posiciones. Invocando la necesidad de reforzar la seguridad y culpando de todo a los pretendidos adversarios, demasiados países del mundo se han lanzado en la actualidad a verdaderas carreras armamentísticas. Si bien esto sucede principalmente en los puntos más calientes y problemáticos del mundo, la globalización se ha impuesto también en la seguridad y los equilibrios estratégicos, haciendo que sea difícil imaginar un conflicto acotado, con tantos a nuestro alrededor que afectan sobre todo a los civiles.
El centenario del final de la Primera Guerra Mundial nos recuerda el fantasma del conflicto global, hoy aún más destructivo porque muchos tienen en su poder armas con una enorme capacidad de infligir destrucción y sufrimiento. «La paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo», escribe Su Santidad en su mensaje: deseo expresarle mi más profunda y convencida adhesión a esta afirmación, en mi nombre y en el de toda la Orden de Malta. Y sin embargo el mundo parece avanzar actualmente hacia un equilibrio precario, basado en la fuerza militar y en el miedo.
Quizá solo Su Santidad pueda tener la fuerza y la autoridad moral necesarias para exigir a los gobernantes decisiones que verdaderamente cultiven y difundan la paz.
La Orden de Malta, por su naturaleza, limita su acción internacional a los ámbitos que constituyen su verdadera razón de ser, algunos de los cuales ha enumerado Su Santidad en el párrafo dedicado a los vicios de la política: la xenofobia y el racismo, «el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio», mientras que en otros sectores busca respaldar la acción de la Santa Sede: en entornos multilaterales y principalmente el de Naciones Unidas.
En un periodo histórico en el que se perfila una grave crisis de los derechos humanos, nuestra Orden se esfuerza por ser verdaderamente un «artesano de la paz», dentro de sus limitaciones de dimensión y recursos. Las acciones para favorecer una acogida más humana y digna de los refugiados y migrantes, que se han convertido en núcleo central para nosotros, se traduce sobre el terreno en Líbano, Alemania, Italia y muchos otros países. En el frente internacional una delegación, guiada por el Gran Canciller y de la que también formó parte el Gran Hospitalario, participó activamente en la Conferencia de Marrakech para la adopción del Pacto Mundial sobre Migración.
Un trabajo «artesanal», pero desarrollado con una profunda convicción y participación, mientras los religiosos profesos de la Orden, en respuesta a la intención y la dirección de Su Santidad, unen sus oraciones por la paz y la buena labor política al servicio de la paz, que esperamos pueda nuevamente brotar en los cinco continentes.
Aprovecho esta oportunidad, Beatísimo Padre, para rogarle que acepte el testimonio de mi cercanía filial y devota y para desearle un año nuevo cargado de compromisos, pero también de progresos y éxitos en Su altísima misión.
Frey Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto