El Lugarteniente del Gran Maestre Frey John Dunlap ha celebrado hoy la Audiencia de principio de año con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta. La audiencia tuvo lugar en la Villa Magistral de Roma y fue transmitida en directo. También asistieron los embajadores de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Bélgica, Suecia, Suiza, Andorra y los encargados de negocios de Francia y Taiwán.
Tras el discurso del Decano del Cuerpo Diplomático, el embajador de Camerún Antoine Zanga, el Lugarteniente del Gran Maestre pronunció el siguiente discurso.
Decano, Excelencias, Damas y Caballeros,
Me complace recibirles hoy en la tradicional audiencia de Año Nuevo del cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta.
Agradezco sinceramente al embajador de Camerún, S.E. Antoine Zanga, sus palabras inspiradoras y alentadoras. Quisiera también saludar cordialmente a los nuevos embajadores de Serbia, Costa de Marfil, Senegal, Filipinas, Italia, Egipto, España, República Dominicana, Perú, Grecia, Bolivia, Polonia, Chile, Tailandia, Ucrania, Portugal, Austria, Ecuador y Macedonia del Norte, que presentaron sus credenciales e iniciaron su valiosa misión con nosotros durante 2022.
Nos encontramos sumidos en múltiples crisis.
El covid-19 ha tenido graves consecuencias sobre nuestras vidas: el Banco Mundial estima que la pandemia ha desencadenado una de las peores crisis económicas desde 1870, marginando a millones de personas. La guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación, sobre todo para el pueblo ucraniano, con repercusiones de largo alcance. El aumento del coste de las materias primas y la energía está llevando a muchas economías a la recesión.
Casi ocho millones de ucranianos han huido de los bombardeos y la devastación, y la mayoría ha buscado refugio en la Unión Europea. Muchos países europeos han dado muestras de gran generosidad al acogerlos, en el marco de la Directiva de protección temporal de la UE para las personas desplazadas, pero ahora se enfrentan a graves desafíos provocados por la crisis económica y energética. El invierno ha empeorado las condiciones de los desplazados, con mayores riesgos sanitarios.
Sumamos nuestra voz a los continuos llamamientos realizados en los últimos meses por Su Santidad el Papa Francisco reclamando firmemente la paz en Ucrania. Me cuesta aceptar que haya más muertes, más heridos, más sufrimiento y destrucción. Instamos con firmeza al uso del diálogo y la diplomacia, frente al uso de las armas.
Como orden hospitalaria con la misión de ayudar a los necesitados, esta doble crisis a la que nos enfrentamos está poniendo a prueba nuestra capacidad para responder a las crecientes necesidades en todo el mundo. En estos tiempos difíciles, nuestro deber es arrojar luz también sobre las muchas guerras olvidadas que se libran en distintos rincones del mundo.
En Yemen, la hambruna provocada por una guerra civil que dura ya ocho años está acabando con la vida de miles de personas; los 11 años de guerra en Siria han desplazado a más de la mitad de su población; en Etiopía, la guerra civil se ha cobrado casi 800.000 vidas y ha desplazado a 2,5 millones de personas en dos años. A pesar del alto el fuego firmado a principios de noviembre, las masacres y la violencia no cesan. Tras más de una década de inestabilidad, el estancamiento político se agrava en Libia, con la amenaza en ciernes de una nueva guerra, mientras que la situación humanitaria en Myanmar ha empeorado tras el golpe militar de 2021.
También nos preocupa profundamente la situación humanitaria en Nagorno Karabaj y debemos hacer todo lo posible para salvaguardar la libertad y la seguridad de circulación entre Armenia y Nagorno Karabaj. La Orden de Malta anima a Armenia y Azerbaiyán a trabajar por una solución pacífica de sus desavenencias.
No puedo dejar de mencionar otros conflictos y tensiones en el Cáucaso, especialmente en Georgia.
Deseo expresar mi profunda preocupación por las graves violaciones de los derechos humanos perpetradas en algunos países contra civiles indefensos mediante discriminación, violencia, tortura y condenas a muerte. Espero que la comunidad internacional intensifique su acción para poner fin a estas terribles violaciones y atentados contra los derechos humanos fundamentales.
La guerra es el enemigo número uno del desarrollo y de la prosperidad. A medida que los conflictos se prolongan, la pobreza aumenta, la violencia y los abusos se disparan, las violaciones de los derechos humanos se multiplican. Las guerras y el cambio climático aumentan las desigualdades, la pobreza y la fragmentación del mundo en bloques geopolíticos. Por primera vez en muchos años, la inflación pone a los países bajo presión.
Asistimos actualmente a un resurgimiento de enfermedades que creíamos derrotadas. Mientras que los casos de tuberculosis han aumentado casi un 5% en el último año, la resistencia a los antibióticos alcanza niveles peligrosamente altos en todas las partes del mundo, lo que supone una amenaza para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
Es éste un panorama desolador, pero también una llamada de atención para todos nosotros. Es el momento de unirnos y aunar fuerzas para asistir y ayudar a los más vulnerables, con acciones concretas, pero también dando esperanza. Como ha afirmado recientemente el Papa Francisco: «(…) encendamos luces de esperanza en medio de la oscuridad; aprovechemos, en las situaciones dramáticas, las ocasiones para testimoniar el Evangelio de la alegría y construir un mundo fraterno, al menos un poco más fraterno».
Este deseo de paz indica claramente el camino que debemos seguir y la meta a la que debemos aspirar. La audiencia de hoy me ofrece la oportunidad de repasar los esfuerzos que desplegamos en todo el mundo, con las miles de iniciativas médicas y sociales que hemos desarrollado, y también de echar la vista atrás a lo que ha sido un año intenso y exigente para la Soberana Orden de Malta.
Quiero subrayar claramente que todas estas iniciativas son posibles gracias a la cooperación de los países que ustedes representan y gracias a su compromiso y apoyo. Si somos capaces de aliviar el sufrimiento y mejorar las condiciones de vida de tantas personas en todo el mundo, es gracias a la dedicación de nuestros miembros, trabajadores, voluntarios y donantes, pero también gracias a nuestras relaciones diplomáticas con los países en los que operamos.
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Es este un momento de gran dolor para toda la Iglesia y para quienes tuvieron la dicha de conocer y de acercarse a Su Santidad Benedicto XVI, pero es también una ocasión de alegría espiritual por la conclusión de su recorrido terrenal y de la misión que le fue confiada como fiel servidor del Señor y de la Iglesia.
La Orden de Malta tuvo el honor de contar durante muchos años con el entonces cardenal Joseph Ratzinger entre sus miembros más ilustres.
El repentino fallecimiento de mi predecesor, Frey Marco Luzzago, el pasado mes de junio, fue una gran conmoción para todos nosotros. Era un hombre pacífico que dedicó una parte importante de su vida a las obras de nuestra Orden con disciplina, humildad y benevolencia.
La Orden ha sobrevivido a numerosas tormentas durante sus muchos siglos de existencia y siempre ha salido fortalecida, con una expansión constante a lo largo de los años.
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En la actualidad, la Orden está activa tanto en los lugares en guerra como en la periferia de las ciudades. Lucha contra la pobreza, la marginación y la trata de seres humanos; atiende enfermedades desatendidas y combate el cambio climático. Su misión evoluciona y se adapta a los retos actuales.
1. Ayuda a los refugiados y las víctimas de conflictos y guerras
Actualmente muchos de nuestros esfuerzos se dirigen a ayudar a la población de Ucrania. Desde el primer día de la guerra en Ucrania, nuestro servicio de ayuda en el país presta asistencia humanitaria, gestiona los refugios para desplazados, distribuye almuerzos calientes a los refugiados en estaciones de tren y pasos fronterizos, restaura edificios destruidos de cara al invierno y organiza campamentos para niños desplazados. Desde 2014 se presta también apoyo psicosocial, y en la actualidad están activos 38 centros de asistencia psicológica en distintas regiones de Ucrania. Recientemente se ha puesto en marcha un proyecto más de fabricación de prótesis en Lviv, y otros muchos nuevos proyectos para ayudar a la población de las regiones situadas en primera línea, como Odesa, Jersón, Zaporiyia y Járkiv.
Nuestras Asociaciones en los países vecinos también han estado trabajando día y noche para proporcionar asistencia y protección a los numerosos refugiados que cruzan las fronteras. La Orden de Malta en Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rumanía ha rescatado a miles de personas y les ha ofrecido atención médica, alimentos, refugio y asistencia logística y jurídica. Otras entidades europeas de la Orden de Malta, desde Alemania hasta Francia, han organizado turnos de voluntarios, envíos de productos básicos y el transporte de enfermos y heridos a lugares seguros.
Estos esfuerzos han sido coordinados por Malteser International, la organización de ayuda internacional de la Orden de Malta, y por nuestra red de Asociaciones, que actuaron con rapidez para poner en marcha una respuesta coordinada y eficaz, poniendo a disposición recursos y conocimientos técnicos. La red diplomática de la Orden de Malta desempeñó un papel fundamental a la hora de garantizar que la ayuda humanitaria llegara a los necesitados y que el personal sobre el terreno estuviera protegido por el derecho internacional humanitario. Asimismo, nuestros observadores permanentes ante las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra han realizado innumerables llamamientos para que se ponga fin a las hostilidades y se proteja a la población civil. La Orden de Malta también ha puesto el foco en la trata de seres humanos, una lacra que no hace sino agravarse en situaciones de guerra. Con este fin, se han lanzado campañas para proteger especialmente a mujeres y niños, que constituyen la mayoría de los refugiados, frente al secuestro por bandas criminales.
Esta respuesta coordinada, que aúna proyectos prácticos ejecutados por profesionales cualificados con el apoyo de la red diplomática e institucional mundial, ha sido esencial para prestar ayuda a su debido tiempo. El modo de funcionamiento de la Orden de Malta consiste en garantizar que todos los esfuerzos se concentren en ayudar a los necesitados de la mejor manera posible.
Lo mismo se aplica a otras zonas en crisis. Desde 2011, los equipos médicos de Malteser International prestan ayuda y asistencia a los refugiados sirios que huyen de la guerra. Se han desplegado unidades médicas móviles y campamentos sobre el terreno para atender a heridos y enfermos, y se han puesto en marcha programas en las regiones circundantes para prestar asistencia sanitaria y apoyo a los refugiados. En Turquía, la Orden de Malta ofrece programas educativos para niños sirios y proyectos de integración para las familias. En Irak llevamos casi diez años atendiendo a refugiados y desplazados con una presencia permanente sobre el terreno. Participamos en un amplio programa de reconstrucción para ayudar sobre todo a las minorías desplazadas a regresar a sus hogares en Nínive, en el norte del país, ayudando a las pequeñas y medianas empresas a volver a empezar, creando puestos de trabajo y de formación, promoviendo la cohesión social y una coexistencia pacífica entre los diversos grupos étnico-religiosos, y mejorando el acceso a la atención sanitaria.
Prestamos un apoyo permanente a muchas otras comunidades obligadas a huir de sus países, como los refugiados venezolanos en Colombia y los refugiados rohinyá en Tailandia.
2. Apoyo a las comunidades locales, protección de los vulnerables y mejora de los medios de subsistencia
La Orden de Malta sigue desempeñando un papel importante en Tierra Santa. En Belén gestionamos una maternidad en la que cada año nacen más de 4.600 bebés. De hecho, esta semana hemos celebrado el nacimiento del bebé número 100.000 en el Hospital. Las malas condiciones de los palestinos en Cisjordania, con la pandemia que ha golpeado duramente a la comunidad y los problemas económicos y sociales a los que se enfrenta la zona, han aumentado el número de nacimientos prematuros, y muchas madres sufren malnutrición y otras enfermedades relacionadas con la pobreza. El Hospital de la Sagrada Familia atiende a madres y bebés vulnerables: su unidad de cuidados intensivos neonatales, la única de la región, trata a muchos recién nacidos con enfermedades congénitas, algunos de los cuales nacen con sólo 25 semanas. La clínica médica móvil que gestiona el Hospital atiende a las numerosas mujeres que viven en el desierto. Para la mayoría de ellas es la única oportunidad de acceder a la atención sanitaria y acceder a exploraciones prenatales y análisis de sangre.
En Líbano, donde la situación política y económica es muy preocupante, la Orden de Malta gestiona una docena de centros médicos en todo el país y desarrolla proyectos en cooperación con las comunidades suní y chií. Estas colaboraciones tan arraigadas con las distintas comunidades demuestran claramente que cuando las religiones unen sus fuerzas para llevar a cabo acciones humanitarias, no sólo promueven la justicia social y la paz y defienden los derechos humanos y los valores de la vida, sino que, lo que es más importante, tienden puentes y derriban muros.
En Oriente Próximo, la continua pérdida de cristianos, elemento tradicional de diálogo y estabilidad en la región, es para nosotros un motivo permanente de inquietud.
Los proyectos de la Orden de Malta destinados a la adaptación al cambio climático no dejan de aumentar, como se puso de manifiesto en nuestra reciente reunión con las asociaciones de la Orden de Malta de la zona Asia-Pacífico, celebrada el pasado mes de octubre. Cuatro meses después de las devastadoras inundaciones de Pakistán, el país sigue luchando contra sus dramáticas consecuencias. Malteser International sigue ampliando su ayuda para apoyar a la población de la provincia meridional de Sindh, especialmente afectada y densamente poblada. Además de los equipos médicos móviles que siguen ofreciendo tratamiento gratuito a unos 200 pacientes al día, nuestros socios locales distribuyen a la población dinero en efectivo, tiendas de campaña, contenedores de agua, pastillas potabilizadoras y paquetes de alimentos. Con millones de habitantes que han perdido sus hogares, nos esforzamos en ayudar a las comunidades a reconstruir sus casas.
Asimismo, ampliamos nuestro radio de acción en África, donde las guerras civiles, la pobreza y las sequías siguen expulsando a la gente de sus hogares. En septiembre de 2021, el gobierno de Kenia declaró catástrofe nacional la sequía en el norte del país. La situación es dramática: unos 36 millones de personas en el Cuerno de África dependen de la ayuda exterior y en Kenia unos 4-5 millones de personas necesitan la ayuda humanitaria para sobrevivir. Junto con nuestro socio local, la Orden de Malta proporciona ayuda de emergencia en la zona afectada. En Sudán del Sur hemos abierto recientemente un nuevo centro de salud en el condado del río Yei, en el sur del país, una región en la que el acceso a la atención sanitaria se ha visto muy limitado debido a la guerra civil que ha destruido numerosas infraestructuras.
Con el apoyo de la Ordre de Malte France, hace tan sólo unos meses se inauguró una maternidad en el norte de Camerún, región que registra la mayor tasa de natalidad del país, mientras que el Hospital de la Orden de Malta en Djougou, en el norte de Benín, sigue siendo un centro regional de referencia para las madres y los bebés del país.
En las Américas, la Soberana Orden de Malta sigue prestando apoyo a las poblaciones de América Central que se ven golpeadas repetidamente por catástrofes naturales. En colaboración con las comunidades locales, se desarrollan proyectos sanitarios y de entrega de alimentos y artículos necesarios.
Nuestro compromiso con las comunidades más necesitadas se está ampliando: en varios países de Europa del Este apoyamos a la comunidad romaní y desarrollamos proyectos para mejorar su integración en la sociedad, y en Sudáfrica ofrecemos asistencia médica a pacientes con VIH-SIDA y nos ocupamos de los numerosos niños que han quedado huérfanos a causa de la enfermedad.
3. Ayuda a los necesitados, las personas con discapacidad y las personas marginadas
Como cada año, renovamos nuestro compromiso de ayudar a los pobres. Nuestros comedores, comedores sociales y programas de distribución de almuerzos ayudan a millones de personas en todo el mundo. Cada año se distribuyen más de 5,5 millones de almuerzos y, ante la inminente crisis alimentaria mundial, de enormes proporciones, hacemos todo lo posible por aumentar el alcance de nuestra acción tanto en las ciudades más pobladas como en las zonas más remotas.
También seguimos atendiendo a los ancianos, tanto con proyectos de asistencia doméstica como en nuestras residencias, especialmente en Europa, donde gestionamos numerosos centros con programas avanzados para personas que sufren demencia y Alzheimer. El último centro se inauguró hace sólo unos meses en Viena (Austria).
En Estados Unidos, dirigimos el proyecto de pastoral penitenciaria, que presta apoyo a la población reclusa y a sus familias y ayuda con la vida tras el encarcelamiento, proporcionando apoyo social y psicológico y ayudando a reanudar la vida en sociedad. El programa está actualmente en funcionamiento en 36 Estados de Estados Unidos.
El apoyo a las personas con discapacidad es una de las actividades centrales de la labor de la Orden de Malta. Permítanme mencionar la increíble labor que nuestros voluntarios realizan cada año para preparar el campamento de verano internacional de la Orden de Malta para jóvenes discapacitados. Un proyecto que lleva en marcha unos 40 años y que cada año, en un país europeo diferente, reúne a cientos de jóvenes voluntarios y discapacitados de más de 20 países para pasar una semana juntos disfrutando de actividades al aire libre, visitas turísticas, interacción social y apoyo espiritual. Puedo asegurarles que la alegría y la gratitud que siempre he captado en los ojos de nuestros jóvenes invitados son conmovedoras y abrumadoras, y me complace que este año hayamos podido reanudar los campamentos tras los dos años de interrupción a causa de la pandemia. El campamento internacional se complementa con numerosos campamentos celebrados a escala nacional en todo el mundo.
4. Principales visitas y actos institucionales y compromisos diplomáticos
El año 2022 ha presenciado un aumento gradual de los actos institucionales del Gran Magisterio. En primer lugar, tuve el honor de visitar al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, con quien mantuve una significativa y fructífera conversación. Al término de esta audiencia, recibiré al viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani. A lo largo de este último año también he tenido el placer de reunirme con el presidente de Albania.
Además, los responsables de Asuntos Exteriores de Panamá, El Salvador, Argentina, Taiwán, Armenia, Bielorrusia, Bosnia-Herzegovina, Letonia, Eslovenia, República Checa y Rumanía también han sido recibidas en la sede de la Orden.
Entre lo más destacado del año en términos de compromisos diplomáticos, permítanme mencionar la participación de la Orden de Malta en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, donde organizamos un acto paralelo sobre migración y seguridad. Nuestro Departamento de Asuntos Exteriores está preparando ya nuestra contribución a la cita de este año, que representa uno de los mejores foros internacionales sobre los retos de política exterior y de seguridad de nuestro tiempo.
Por otra parte, seguimos trabajando por potenciar el papel de las instituciones de inspiración religiosa a escala internacional y, con este fin, el pasado mes de junio organizamos aquí en Roma una reunión de la Red política transatlántica sobre religión y diplomacia, un foro de diplomáticos de Europa y Norteamérica que se reúne periódicamente para promover la colaboración en materia de geopolítica de la religión y fomentar la conciencia religiosa.
Las estadísticas muestran que el 85% de la población mundial profesa una religión o una fe que comparte principios como la fraternidad, el respeto y la misericordia, la compasión. Cada vez es mayor la responsabilidad de los líderes religiosos y las instituciones confesionales de dar testimonio y profesar conjuntamente los valores de solidaridad, generosidad, tolerancia, hospitalidad y respeto por la dignidad humana que deben guiar el desarrollo armonioso de las sociedades y las relaciones internacionales.
No podemos dejar de constatar el papel cada vez más importante que la religión está adquiriendo en las relaciones internacionales y la importancia que la promoción y protección de la libertad de religión o creencias está adquiriendo tanto a nivel bilateral como multilateral. La Orden de Malta está presente, como miembro o como observador, en los foros internacionales – en particular en las Naciones Unidas en Nueva York, Ginebra y Viena – aportando sus valores, su experiencia, ideas y propuestas.
Asistimos a la Conferencia ministerial para promover la libertad religiosa o de creencias, celebrada en julio en Londres, en la que reafirmamos nuestro compromiso constante con el fomento del diálogo interreligioso y el papel de las instituciones confesionales.
La Orden participó activamente, en calidad de observadora, en la última Asamblea General de la Unión Parlamentaria Internacional (UIP), celebrada el pasado mes de octubre en Kigali.
El escenario internacional evoluciona con rapidez, incluso la diplomacia ya no es la diplomacia tradicional del siglo pasado, pero la Orden de Malta, con todos sus diversos componentes, está bien equipada para hacer frente a los nuevos retos.
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Mientras nos preparamos para una crisis alimentaria mundial sin precedentes, y mientras observamos el efecto dominó imparable del cambio climático y las guerras, la Orden de Malta renueva su compromiso de ayudar a los necesitados. Carecemos de las cifras de las grandes organizaciones internacionales, pero como dijo el pintor Vincent Van Gogh: «Las grandes cosas se hacen por una serie de pequeñas cosas reunidas». Y eso es lo que hacemos: remendamos y cosemos, cuidamos y alimentamos, acompañamos y escuchamos.
Estimadas Excelencias, Damas y Caballeros, les ruego acepten mis mejores deseos para un feliz y sereno 2023 con todas las bendiciones de nuestro Señor. Muchas gracias.
Happy New Year, Buon anno, Bonne et heureuse année, próspero año nuevo!