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Discurso del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta

Discurso del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta
08/01/2019

El Gran Maestre, Frey Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto, ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta para la tradicional audiencia de principios de año. La audiencia ha tenido lugar en la Villa Magistral de Roma.

He aquí el discurso del Gran Maestre pronunciado después de las palabras de la Decana del Cuerpo Diplomático, el Embajador de Ucrania Tetiana Izhevska.

Señora Decano, Excelencias, Damas y Caballeros,

Es un gran placer saludarles en ocasión del tradicional intercambio de buenos deseos al inicio del Nuevo Año. En especial quisiera saludar a aquellos Embajadores que participan por primera vez en esta audiencia tradicional con el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta.

Deseo agradecer sinceramente al Embajador de Ucrania, Decano del cuerpo diplomático, el discurso que ha pronunciado en nombre de todos ustedes, y que he apreciado mucho.

En estos últimos años no ha hecho sino aumentar el reconocimiento del papel especial de la Orden en el ámbito humanitario e internacional. En virtud de su soberanía, de su experiencia milenaria en la asistencia a los más débiles y por último, pero no menos importante, de su identidad cristiana, la Orden de Malta es considerada cada vez más como un socio fiable y sólido, capaz de gestionar intervenciones delicadas en zonas en crisis.

Desgraciadamente, el mundo sigue asistiendo a un agravamiento sin precedentes de los treinta y un conflictos y guerras que asolan todo el planeta. Hay dieciséis misiones de paz de Naciones Unidas en curso, y algunas existen desde hace ya setenta años, como la misión de paz en Medio Oriente, instaurada en 1948, o la misión para el conflicto entre India y Paquistán, creada en 1949. Quisiera recordar las palabras del Papa Francisco, que con gran exactitud describe esta situación como «una tercera guerra mundial combatida por partes». Frente a este escenario tan complejo, es indudable que la acción humanitaria encuentra grandes dificultades y debe buscar nuevos enfoques y metodologías para responder más eficazmente a las necesidades de la población víctima de conflictos o desastres naturales. Son muchas las poblaciones afectadas por violencias y tensiones y a ellas va nuestra cercanía y solidaridad. En este contexto, considero oportuno recordar la reciente oración del Santo Padre por Ucrania “por la paz tan deseada”.

2018 ha sido un año difícil para muchas poblaciones, y las previsiones para 2019 son bastante preocupantes. Los conflictos en curso están llevando las necesidades humanitarias a niveles críticos. Existen guerras que duran años, como la de Siria, en curso desde hace casi 8 años, o los conflictos armados en República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Y no debemos olvidar a Yemen, donde asistimos a una de las peores crisis de nuestro tiempo; se hace imposible borrar de nuestra mente el rostro de la pequeña Amal, la niña de seis años fallecida de hambre y retratada en el New York Times. Más de veinte millones de personas, en tan solo cuatro países, se enfrentan al hambre y la escasez.

Para gestionar los enormes flujos migratorios consecuencia de este dramático escenario, la Orden de Malta reaccionó apoyando y contribuyendo desde el principio al delicado y arduo camino diseñado por Naciones Unidas para la elaboración de los nuevos pactos globales para los migrantes y refugiados: los primeros acuerdos intergubernamentales no vinculantes nacidos bajo los auspicios de la ONU, y adoptados por numerosos Estados miembros en la reciente cumbre de Marrakech de diciembre. En esta cumbre ha participado también una delegación de la Orden de Malta, dirigida por el Gran Canciller y el Gran Hospitalario, que en las distintas sesiones han podido exponer la contribución de la Orden a la gestión de los flujos migratorios. Ellos testimoniaron los grandes esfuerzos desplegados desde el inicio de las negociaciones sobre los Pactos Mundiales sobre Migración y Refugiados. Estamos convencidos que si queremos gestionar y hacer sostenible la migración, fenómeno global e irreversible, un pacto mundial es el instrumento más eficaz del que disponemos. Ningún país puede actuar solo para abordar eficazmente este fenómeno, ni en Europa ni en el resto del mundo. Es de lamentar que algunos Estados hayan decidido retirar su apoyo.

Hablando de migración, no podemos sino hablar del Mediterráneo, desde siempre encrucijada de caminos, símbolo de convivencia entre distintos pueblos, lugar de intercambios culturales y comerciales, punto de encuentro por excelencia. Y sin embargo escenario ahora de una de las peores tragedias de nuestro tiempo. Huyendo de la pobreza, la guerra y las privaciones, en 2018 más de dos mil personas han muerto en las aguas de este mar azul que baña tres continentes y más de veinte naciones. Tan solo en septiembre de 2018 – según datos del Instituto de Estudios de Política Internacional – el veinte por ciento de quienes salieron de Libia murieron o desaparecieron: en otras palabras, dos de cada diez personas. Lo saben muy bien nuestros médicos y enfermeros del Cuerpo Italiano de Ayuda presentes a bordo de los navíos italianos, que, desde 2008 y gracias a un acuerdo con las autoridades, prestan servicios de primeros auxilios médicos en el marco de operaciones de socorro en alta mar. Hemos abierto también un diálogo con los representantes de las autoridades de Libia y de organismos internacionales, centrado en la promoción del conocimiento del derecho humanitario.

El negocio de la trata de seres humanos se alimenta de la pobreza y la desesperación. Son los migrantes, a menudo menores de edad y mujeres jóvenes, las primeras víctimas de un fenómeno que afecta a 25 millones de personas. Gracias a la labor de nuestros dos Embajadores para la supervisión y la lucha contra la trata de seres humanos, en Ginebra y en Lagos (Nigeria), la Orden de Malta trabaja por mantener la atención de la comunidad internacional centrada sobre este fenómeno y promueve la sensibilización de la opinión pública. El objetivo es facilitar el diseño de políticas destinadas a combatir este fenómeno, como leyes que regulen la cadena de producción de bienes de consumo. Recientemente ha iniciado operaciones en Lagos un centro de asistencia para mujeres víctimas de la trata. Las actividades de sensibilización se extienden también al tráfico de órganos, un negocio que genera más de mil millones de dólares de beneficios.

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En los últimos meses la Orden de Malta ha desarrollado iniciativas en el Medio Oriente, donde los años de dominio de las milicias de Daesh y de violentos conflictos han dejado millones de desplazados y han paralizado las infraestructuras locales. Para facilitar el retorno y la reintegración de los desplazados de la llanura de Nínive, en el norte de Irak, nuestra organización de ayuda internacional Malteser-International-es reconstruye hogares y escuelas. Nuestros profesionales intentan ofrecer oportunidades económicas a las personas que vuelven a sus tierras, entre ellos cristianos y otras minorías religiosas, como los yazidíes, que han sufrido terribles persecuciones. Gracias al apoyo del gobierno alemán, Malteser-International-es desarrolla programas de cohesión social e integración pacífica entre distintas etnias y grupos religiosos en la región, con un enfoque integrado de fomento de la paz que otorga prioridad a la promoción de la dignidad humana. Los líderes religiosos participan también en este marco operativo, con seminarios y encuentros centrados en el diálogo religioso.

En el Líbano, el aumento del 25% de la población por la llegada de refugiados de Siria ha tenido un fuerte impacto sobre la ya frágil estructura del país y sobre las condiciones de vida de las comunidades locales. La Asociación nacional de la Orden de Malta, que gestiona diez centros médicos, cuatro clínicas móviles y numerosos programas de asistencia para jóvenes discapacitados, trabaja con Malteser-International-es para mejorar los servicios sanitarios en la región más vulnerable del país. El objetivo es satisfacer las necesidades tanto de los refugiados como de las comunidades que les acogen, permitiendo así a ambos grupos tejer lazos sociales y culturales y promoviendo la cohesión social. En Turquía, un hospital situado en la frontera con Siria sigue garantizando a los que huyen de la guerra un acceso inmediato a servicios médicos.

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En Centroamérica y Sudamérica no amaina la tragedia de los desplazados por la pobreza. Recordamos con angustia las imágenes de las caravanas de migrantes, integradas también por muchísimos menores no acompañados. En Colombia, donde muchos venezolanos han buscado refugio, nuestra organización Malteser-International-es desarrolla programas sanitarios y alimentarios para ayudar a la población de refugiados.

Estos programas han permitido al equipo de emergencia de Malteser-International-es recibir este año el certificado de la Organización Mundial de la Salud y entrar a formar parte del registro global de organizaciones sanitarias de Naciones Unidas. Por otra parte, el Consejo Económico y Social de la ONU ha reconocido también a Malteser-International-es como entidad de carácter consultivo especial. Es un reconocimiento a la profesionalidad del brazo operativo de la Orden de Malta, a todos los efectos un actor global clave en el ámbito humanitario.

Entre las numerosas intervenciones de nuestra organización de ayuda internacional, cabe recordar los proyectos en el Sureste asiático. Tras el terrible terremoto y tsunami que golpearon Indonesia en octubre, nuestros equipos de emergencia intervinieron inmediatamente para atender a las víctimas. También recuerdo los proyectos de ayuda a los refugiados de la comunidad rohinyá. En Bangladesh, los equipos de auxilio gestionan tres centros médicos en los campos de refugiados para esta minoría perseguida, ofreciéndoles asistencia sanitaria, alimentación para los niños desnutridos y apoyo psicosocial. Son proyectos firmemente anclados en un territorio que la Orden conoce bien y donde trabaja desde hace décadas.

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La Orden de Malta cuenta con una gran experiencia en intervenciones en zonas difíciles, caracterizadas por hostilidades étnicas o religiosas. En este sentido, hace un esfuerzo cada vez mayor por promover el conocimiento y el respeto del derecho humanitario internacional, algo que cada día es más urgente en el contexto de guerras asimétricas y con la presencia de nuevos actores no institucionales. Es notorio que las instituciones de inspiración religiosa, sean de la fe que sean, comparten los principios esenciales que hacen a los hombres iguales ante Dios. En la línea de los resultados de la cumbre humanitaria internacional de 2016, estamos elaborando un código de conducta: un manual operativo que compartiremos con los líderes religiosos y las comunidades inmersas en conflictos. Un documento que resalta los valores esenciales de dignidad y de respeto por la vida compartidos por el cristianismo y las principales religiones.

Algunos de ustedes, ilustres Embajadores, han podido conocer de cerca el radio de acción de la Orden de Malta, también durante los encuentros entre nuestro Gran Canciller Albrecht Boeselager y los Embajadores de los países europeos acreditados ante la Santa Sede. Fueron encuentros fructíferos sobre las cuestiones más urgentes que debe afrontar la diplomacia internacional. Con el mismo espíritu de colaboración hemos participado también en el Festival de Periodistas del Mediterráneo, una ocasión para el diálogo sobre la cooperación y el trabajo en esta región, pieza clave en el tablero internacional.

En este último año no han faltado ocasiones de promover la colaboración con las grandes instituciones que trabajan en el ámbito humanitario. Personalmente, he tenido el placer de entrevistarme con el Presidente de la Cruz Roja italiana y de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El Gran Canciller ha mantenido encuentros fructíferos en los últimos meses con el Director General de la Organización Internacional para las Migraciones y con el Director del Programa Mundial de Alimentos, ambas organizaciones de Naciones Unidas. Son ocasiones que han venido a reforzar aún más el objetivo común de promover intervenciones sobre el terreno para las poblaciones necesitadas y por un modelo de desarrollo humano sostenible.

Entre nuestros proyectos de mayor importancia quisiera recordar el Hospital de la Sagrada Familia en Belén, gestionado por la Orden de Malta desde 1990 y donde trabajan juntos cristianos y musulmanes. Con casi 4.500 nacimientos al año, el hospital garantiza la asistencia médica a los recién nacidos prematuros gracias a su departamento de cuidados intensivos, que recibe a los bebés nacidos en otros hospitales de la región. Las clínicas móviles gestionadas por el hospital permiten además a las mujeres y bebés de los pueblos situados en Cisjordania, que a menudo no disponen ni de electricidad ni de agua corriente, recibir controles médicos regulares. En diciembre, muestra del compromiso de la Orden en territorio palestino, he recibido en el Gran Magisterio al Presidente de Palestina, Mahmoud Abbas. Un encuentro importante durante el cual el Presidente Abbas ha confirmado su aprecio por nuestras actividades. Con el fin de hacer avanzar el diálogo entre las partes, la Orden de Malta ha facilitado recientemente también un encuentro entre líderes religiosos musulmanes e israelíes. En un contexto neutral y reservado, las partes han realizado una profunda reflexión sobre la posibilidad de un diálogo constructivo sobre valores comunes.

Durante 2018, el número de países con los que la Orden de Malta mantiene relaciones diplomáticas ha llegado a ciento ocho, con la apertura de relaciones con la República de Nauru, en el Océano Pacífico. Hemos recibido la visita de los Presidentes de Cabo Verde, Benín, Montenegro, el primer ministro de Rumanía y varios ministros de otros países. Junto a una delegación de la Orden, he viajado también a Camerún para una visita de Estado, donde he podido comprobar sobre el terreno el trabajo de la Orden de Malta en Njombé, donde gestiona un hospital que ofrece atención médica a los más pobres de ese país.

En el continente africano, escenario de algunas de las peores crisis humanitarias, la Orden de Malta gestiona directamente o contribuye al funcionamiento de cientos de hospitales y ambulatorios. En un reciente viaje a Uganda, el Gran Hospitalario ha podido asistir a la ceremonia de inauguración de una escuela destinada sobre todo a los niños refugiados procedentes de Sudán del Sur. Es significativo también que la escuela se ha construido con materiales sostenibles, de impacto cero sobre el medio ambiente. Desde hace años, Malteser-International-es trabaja en la región para mejorar el suministro de agua potable, tanto para los refugiados como para la población local, y desarrolla proyectos sanitarios para reducir el contagio de enfermedades. Los equipos sanitarios también trabajan en la República Democrática del Congo, a raíz de la reciente nueva epidemia de Ébola.

La lucha contra las epidemias sigue siendo una de nuestras prioridades: cada año, Ordre de Malte France lanza su campaña de captación de fondos para financiar la investigación y prevención de la enfermedad de Hansen, y son varios los programas de rehabilitación en curso, a través de nuestra fundación CIOMAL, en muchos de los países donde la lepra sigue cobrando víctimas, como en Camboya, Laos y Vietnam.

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Hace pocas semanas hemos celebrado, con numerosas iniciativas locales, la segunda Jornada Mundial de los Pobres, promovida por el Papa Francisco y que la Orden de Malta ha abrazado con convicción. La ayuda a los pobres sigue siendo una actividad central para las asociaciones, miembros y voluntarios de la Orden de Malta, que todos los días se dedican con afecto y respeto a aliviar el sufrimiento y ofrecer momentos de cercanía, además de bienes de primera necesidad. En 2018, gracias a su red capilar, la Orden ha podido servir en total cinco millones y medio de almuerzos en sus comedores sociales y con su programa de comidas a domicilio. Es un compromiso que se refleja también en Rusia, donde un centro social gestionado por la Orden de Malta atiende a 76.000 personas necesitadas y sirve almuerzos calientes además de paquetes de alimentos y bienes de primera necesidad.

Entre las personas a las que servimos todos los días se encuentran, naturalmente, los ancianos. El envejecimiento demográfico al que asistimos, sobre todo en Europa, implica a menudo que los ancianos quedan abandonados y privados de afecto. En Inglaterra hay más de setenta centros de asistencia para ancianos repartidos por todo el territorio, y en el mes de septiembre se ha inaugurado una nueva residencia para personas mayores, que puede alojar hasta 48 personas. He querido asistir personalmente a la inauguración de este nuevo centro, para manifestar el compromiso incesante de la Orden de Malta por la asistencia a ancianos.

Otra de las principales actividades de la Orden es la atención a los discapacitados. Es un compromiso que cada año se traduce en los campamentos de verano para jóvenes con discapacidades psíquicas y motoras se reúnen durante una semana con otros tantos jóvenes voluntarios. Estos campamentos se celebran en varios países, como Francia, Italia, Líbano, Bélgica o Ucrania, y en agosto de 2018 he podido visitar el campamento internacional que se ha celebrado en Inglaterra. Ver a estos jóvenes, a menudo privados en su vida diaria de la red social que a su edad es esencial, interactuar, compartir confidencias, reír, divertirse… ver en sus ojos confianza y reconocimiento, es para mí un recuerdo inolvidable que me llena de gozo.

Con estos sentimientos, estoy seguro, se disponen a viajar a finales de enero a Panamá los 120 voluntarios de la Orden de Malta procedentes de Italia, Francia y Alemania que van a participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Estarán al servicio de los participantes para garantizar la asistencia médica y los primeros auxilios durante los cinco días de duración del evento, que contará con la participación del Papa Francisco. Estamos convencidos de que la única manera de conseguir un futuro más esperanzador para nuestra humanidad es concentrando nuestros esfuerzos en estos jóvenes, que abiertamente y sin temores abrazan a su prójimo por encima de cualquier barrera, porque como decía Sófocles, «La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo».

Tras el éxito del primer campamento de verano para discapacitados en Singapur, el año pasado, este año se ha desarrollado la segunda edición en Manila, en Filipinas. Allí también se ha celebrado la octava edición de la Conferencia Asia Pacífico, que este año ha coincidido con el nacimiento de la Asociación de la Orden de Malta en Hong Kong. Se trata de la tercera asociación, después de Singapur y Filipinas, nacida en el continente asiático, lo que confirma la creciente presencia de la Orden en esas latitudes.

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Entretanto, prosigue la labor de reforma de la Carta Constitucional iniciada en 2017, y hemos podido ya identificar algunas cuestiones clave para la vida institucional de la Orden y de sus miembros religiosos, en particular. El seminario estratégico que se celebró a principios de 2018, con gran participación a nivel internacional, supo encontrar un consenso en torno a los principales aspectos de la reforma, entre ellos la atención a la vida espiritual, que para una orden católica debe ser primordial.

Como muchos de ustedes saben, la agenda de compromisos institucionales será también intensa en 2019, con un primer evento que se celebrará el 2 de mayo: el Capítulo General de la Soberana Orden de Malta, que se convoca cada cinco años para analizar el estado general de la Orden y elegir, entre otros, a los miembros del Soberano Consejo.

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Estimados Embajadores, mientras el mundo celebra el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Soberana Orden de Malta está más comprometida que nunca con la asistencia a las personas que sufren y con la búsqueda de modelos de intervención que respeten la dignidad individual, capaces de promover la paz y la cohesión social. Hoy más que nunca, es necesario afinar nuestros instrumentos de diálogo. Las guerras y los conflictos a los que asistimos, el auge de los movimientos populistas y xenófobos, los intentos de difundir falsas informaciones para propagar miedos y temores… Todo ello debe recordarnos hasta qué punto la diplomacia es esencial para garantizar un terreno de diálogo y de credibilidad en las relaciones bilaterales y multiculturales. Quisiera expresarles mi gratitud por haber contribuido, en sus roles respectivos, a promover este impulso común por la paz y la convivencia entre los pueblos.

Les deseo a ustedes y a sus familias un 2019 sereno, bajo el signo de la paz y de la armonía.