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Discurso del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático

Discurso del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático
09/01/2007

El Gran Maestre de la Orden de Malta Frey Andrew Bertie recibió esta mañana, en la Villa Magistral del Aventino, a los Embajadores de los 96 países acreditados ante la Orden, para la ceremonia tradicional de principios del Año Nuevo.

A continuación, el discurso del Gran Maestre.

Señor Decano, Sus Excelencias, Señoras y Señores,

Una vez más, es un gran placer para mí recibir en el Aventino a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Orden, para la ceremonia tradicional de intercambio de felicitaciones.

Señor Embajador de Honduras, estimado Decano, les agradezco enormemente las felicitaciones que con motivo del Año Nuevo me han expresado en nombre del Cuerpo Diplomático. Igualmente quisiera agradecerles los sentimientos de aprecio y el interés benevolente que han mostrado para con el trabajo de la Orden Soberana de Malta. Desearía en especial dar la bienvenida a los Embajadores que participan por vez primera en esta reunión.

Este encuentro anual constituye una ocasión especial para mí y para el gobierno de la Orden, ya que me brinda la oportunidad de contemplar el mundo junto con todos ustedes.

(Una mirada al mundo)

Durante el año que acaba de finalizar hemos tenido muchas razones para sufrir, y en primer lugar quisiera expresar a Su Excelencia el Embajador de Filipinas nuestros sentimientos de amistad y nuestras oraciones por la devastación causada por el tifón Durian.

Numerosas tragedias han tenido lugar en 2006, y algunas de ellas prosiguen en 2007.

– La trágica situación de Líbano, Palestina e Irak;

– El drama de Darfur, donde tuvimos que interrumpir nuestro programa de vacunación por razones de seguridad;

– Las muertes de periodistas y representantes de medios de comunicación en zonas de guerra;

– El tráfico de seres humanos en Europa, donde cientos de miles de hombres, mujeres y niños acaban todos los años en manos de poderosas organizaciones criminales, especializadas en el tráfico de drogas, la prostitución y el tráfico de órganos;

– El peligro que representa el choque de culturas y religiones, sabiendo que las religiones son el eje central de nuestro milenio;

– El destino de las cinco enfermeras belgas y el médico palestino, encarcelados durante siete años y ahora condenados a muerte, para quienes esperamos ansiosamente una medida de clemencia;

– Y, desgraciadamente, muchos más…

A pesar de todo ello, aún persisten razones para esperar un futuro mejor. Hay señales positivas, como la visita apostólica de Su Santidad el Papa Benedicto XVI a Turquía—un acontecimiento ciertamente extraordinario que quedará inscrito en la historia de la Iglesia y de la humanidad.

(La Orden de Malta en 2006)

En este contexto de continuos dramas humanos, la Orden de Malta ha llevado a cabo regularmente su misión en todas las regiones donde sus equipos estaban ya presentes o donde han sido llamadas a intervenir.

En especial, en 2006 la Orden ha prestado su ayuda:

– En África, donde nuestros hospitales han atendido a pacientes de Sida, tuberculosis, enfermedad del sueño y lepra, ofreciendo tratamiento y apoyo psicológico a mujeres sufrientes o violadas, asistiendo a refugiados, distribuyendo agua, medicamentos y vacunas.

– Es de reseñar la actividad de los equipos de la Orden en los suburbios de Nairobi, en Kenya, donde cerca del 10% de los adultos están enfermos de Sida o tuberculosis: 600.000 personas han recibido con éxito un tratamiento. Gracias al acuerdo de cooperación entre la Orden de Malta, el gobierno austriaco y el Ministerio Federal de Cooperación y Desarrollo Económicos de Alemania, los fondos para proseguir este proyecto hasta 2009 están garantizados.

– En la India, un país gravemente afectado por el Sida, se lanzará el año que viene un programa similar al desarrollado en Kenya.

– En Sudán, en la provincia de Darfur, donde la Orden ha aportado su apoyo a cinco centros sanitarios desde 2005, lo que ha permitido atender a 115.000 personas.

– En Asia, donde la Orden ha intervenido en Java tras el terremoto que tuvo lugar en mayo.

– En Egipto, donde hemos lanzado un proyecto de tratamiento médico de la lepra, tras un acuerdo con el Gobernador de El Cairo.

– En Vietnam y en Filipinas, donde nuestro Cuerpo de Emergencias ha prestado su ayuda a las víctimas del tifón Xangsane, que destruyó regiones enteras en octubre.

– En el Sur de Sri Lanka, donde la Orden ha lanzado un proyecto sanitario piloto.

– En el Este de la República Democrática del Congo, donde está en curso un nuevo programa sanitario para prevenir un brote de la “muerte negra”.

– En Rumania, tras las graves inundaciones del Danubio en 2006, donde la Orden ha empezado a construir ocho pozos de agua potable para los habitantes de ocho centros en el barrio de Tulcea.

– En Pakistán, donde hemos proseguido nuestras actividades para ayudar a las víctimas del terrible seísmo de 2005.

– En Guinea Ecuatorial, donde la Orden está llevando a cabo por encargo un estudio sobre el sistema de asistencia social.

– En Nueva Orleáns, donde las tres Asociaciones de Norteamérica de la Orden están desarrollando, conjuntamente con el Cuerpo de Emergencias de Malteser-International-es, un programa de reconstrucción de las viviendas destruidas por el huracán Katrina.

– En Europa Central y Oriental, donde la Orden ha intervenido con acciones de emergencia en 13 países, tras las recientes inundaciones, así como con servicios de asistencia social para los más necesitados.

– En Líbano, donde tras los recientes desarrollos, los 12 centros de salud de la Orden – que llevan 30 años ofreciendo sus servicios ininterrumpidamente – se han convertido en el único respiro para los miles de refugiados civiles atrapados en las zonas inaccesibles del Sur. Estos centros, repartidos por todo el territorio libanés, están abiertos a todas las creencias religiosas. Son, por tanto, oasis de paz, verdad y eficacia. Ayudan a aportar fe, valor y determinación a la minoría cristiana, tentada de salir del país.

– En seis regiones de Afganistán, donde, desde 2001 y en colaboración con ACNUR, hemos aportado nuestro auxilio a las familias de refugiados. Tristemente, debemos comunicar el fallecimiento de dos de nuestros voluntarios en los últimos años, así como uno de nuestros médicos en mayo.

– En Palestina, en Belén, donde nuestro Hospital de la Sagrada Familia se ha visto sometido a un aumento del 30% en sus actividades, debido a los problemas financieros en el sector público. En 2006, 3.000 niños, en su mayoría musulmanes, nacieron en el hospital.

En cuanto a nuestro diálogo y cooperación con la Iglesia Oriental Ortodoxa, la Orden ha ofrecido becas a jóvenes párrocos rusos ortodoxos, para estudiar en Roma.

Éstas son sólo algunas de las actividades que la Orden de Malta llevó a cabo el año pasado en todo el mundo. Sería imposible dar aquí una lista pormenorizada del trabajo diario de nuestros 58 Prioratos y Asociaciones nacionales, que actúan a través de sus cuerpos de asistencia y de ambulancias, sus hospitales y sus centros médicos: sería demasiado largo.

Con la intención de coordinar sus actividades a nivel nacional e internacional, el gobierno de la Orden ha organizado varias reuniones el año pasado.

– Coincidiendo con la visita de estado que realicé a Camerún a invitación del Presidente Biya en febrero, organizamos en Yaundé una Conferencia Regional sobre África, que pasó en revista todas las actividades de la Orden en dicho continente. Quisiera una vez más agradecerle calurosamente al Presidente de Camerún su hospitalidad.

– La 14ª Conferencia de Hospitalarios Europeos, que se celebró en Dublín en marzo.

– La 6ª Conferencia de Hospitalarios de Sudamérica y Norteamérica, que se celebró en Miami en noviembre.

– Finalmente, el 5 de diciembre, organizamos por segunda vez en Roma la Conferencia anual sobre las actividades de la Orden en el mundo, y esta vez estuvo centrada en nuestro trabajo en Líbano, el Congo y Europa Oriental. Quisiera agradecer su participación a los numerosos asistentes a esta reunión, que repetiremos en diciembre próximo.

Para 2007 tenemos previstas:

– La Conferencia de Hospitalarios Europeos en París

– La Conferencia Regional de las Américas en Ciudad de México

– La Conferencia Regional de Europa Oriental en Viena.

A nivel institucional, quisiera recordar las excelentes y profundas relaciones que mantenemos con la Santa Sede, fortalecidas por las conversaciones cordiales y frecuentes que he tenido en el Palacio Magistral con miembros de la Curia y con personalidades eclesiásticas. Es mi deseo transmitir mis mejores deseos al Cardenal Secretario de Estado y al Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, quienes han asumido recientemente sus cargos.

Igualmente me gustaría señalar la excelencia de nuestras relaciones con nuestra amada Italia. Uno de los momentos más significativos de esta relación fue la visita de estado realizada por el Presidente Ciampi al Palacio Magistral en abril, por no mencionar los numerosos encuentros con miembros del Gobierno y del Parlamento. Es un placer para mí comunicar que se han firmado recientemente dos acuerdos de cooperación con el gobierno italiano, uno con Protección Civil y el otro con el Ministerio de la Salud.

En cuanto a las relaciones diplomáticas, 2006 ha estado marcado por las visitas de los Jefes de Estado de Italia, Austria, Hungría, Burkina Faso, Seychelles, Montenegro, Costa Rica y Serbia, del Primer Ministro de Polonia y del Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO. Por mi parte, he realizado visitas a Bulgaria y Camerún. En las próximas semanas me desplazará también a Bruselas donde mantendré un encuentro con el Presidente de la Comisión Europea y con miembros del gobierno belga.

Quisiera aprovechar esta oportunidad para recordar la dedicación de Kofi Annan a la causa de la paz, y transmitir a su sucesor en la Secretaría General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, nuestros más sinceros deseos de éxito en su elevada misión, de tal vital importancia para el mundo de hoy en día.

(La acción humanitaria y la “especificidad” de la Orden de Malta )

La actividad humanitaria se ha convertido de pronto en noticia, está de moda, y demasiado a menudo acaba manipulada por intereses políticos o económicos. Pero al mismo tiempo es preciso darse cuenta de que, en muchos casos, el compromiso de naturaleza misionaria o voluntaria está desapareciendo o transformándose en una actividad cada vez más secularizada y empresarial. Progresivamente, ha pasado a ser más una actividad “económica y social” que un “servicio ofrecido gratuitamente”.

Esta tendencia traduce la característica que diferencia a la Orden de Malta de otras organizaciones humanitarias. Permítanme tratar por un momento esta cuestión, sobre la cual me preguntan a menudo los periodistas.

Los miembros de la Orden experimentan su fe no como un instrumento de evangelización o proselitismo, sino como un estilo de vida al servicio del prójimo, de los pobres y los enfermos, con un auténtico espíritu de humanidad que reconoce a Dios en la persona que sufre, independientemente de su raza, origen o religión.

Para nosotros, lo que cuenta no es la cantidad o la variedad de las iniciativas llevadas a cabo, y aún menos el dinero gastado o el número de operaciones médicas practicadas, sino la atención prestada a los enfermos, a cada individuo, porque siempre intentamos ser los “servidores de los pobres y los enfermos”. Lo importante es esta “entrega del corazón”, que hace que miremos a nuestro prójimo “con los ojos de Cristo”, como el Santo Padre afirmó tan claramente en su Carta Encíclica “Deus Caritas est”. En primer lugar y antes que cualquier otra cosa, somos Hospitalarios.

La Orden de Malta no es una organización humanitaria como otras. Sujeta al derecho público internacional, neutral, imparcial y apolítica por vocación, la Orden es, antes que nada y a nivel operativo, una estructura transnacional, global y descentralizada, al servicio de los pobres, los enfermos, los refugiados y todos aquellos que se hallan en dificultades. Sus 12.500 miembros, sus 80.000 voluntarios permanentes y su personal médico – 11.000 médicos, enfermeros y camilleros – forman una red excepcional, permanentemente presente en 120 países.

La Orden es soberana, no depende de ningún otro estado o gobierno, y no tiene ningún objetivo económico o político. Es una institución cuyos miembros pertenecen a 45 naciones de los cinco continentes, que mantiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede, con Italia y con otros 94 estados, así como relaciones oficiales con seis gobiernos y la Comisión Europea. Tiene misiones permanentes de observación ante las Naciones Unidas y sus principales agencias.

Este estatuto internacional es indispensable para que la Orden pueda garantizar la continuidad de sus proyectos humanitarios y su protección frente a influencias o presiones externas. Le permite a la Orden ejercer su mediación humanitaria sobre la base del prestigio y la consideración de que goza desde hace siglos, en especial apelando a sus numerosos diplomáticos y a los juristas internacionales, miembros de los tribunales de la Orden.

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Visitaré Tierra Santa en 2007, en el marco de una peregrinación internacional que llevaré a cabo en octubre próximo.

Con este espíritu, quisiera recordar las distintas observaciones que se han realizado en estos últimos años sobre el problema de los Santos Lugares, en particular la posición adoptada por la Santa Sede con relación a Jerusalén. Ciudad de tres religiones, es, al mismo tiempo, una tierra de dos puebles, judíos y palestinos, y un centro de Patrimonio Mundial. A él deben tener acceso peregrinos de todo el mundo. Debe, por tanto, beneficiarse de un estatuto especial, garantizado internacionalmente.

La Orden Soberana de Malta, para quien la protección de los Santos Lugares ha sido siempre una prioridad absoluta en su misión de servicio a la Iglesia, así como en sus actividades humanitarias y hospitalarias, está a disposición de los gobiernos para intentar encontrar una solución, teniendo en mente las aspiraciones y los intereses legítimos de las distintas poblaciones implicadas.

En efecto, Jerusalén debe ser un lugar permanente donde buscar la paz y la reconciliación entre religiones, personas y culturas.

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Sus Excelencias,

Con la esperanza de encontrar soluciones pacíficas y justas para Líbano y para todo Oriente Medio, y reconfortado por la promesa de Su Santidad el Papa Benedicto XVI de obrar por la renovación del diálogo entre culturas y religiones, quisiera expresarles mis más sinceros deseos de prosperidad y salud para ustedes, sus familias y las personas a las que tan dignamente representan.