El proyecto higiénico-sanitario de la Orden de Malta en Tailandia
Me llamo Gray Po. Nací en No Pa Poo, un pequeño pueblo del noroeste de Tailandia, y aquí he vivido toda mi vida. Tengo un pequeño negocio de productos alimentarios. Con lo que gano debo mantener a mis tres hijos, ya que mi marido murió hace años. También llevo la organización de la casa.
Cuando la agencia de ayuda internacional de la Soberana Orden de Malta, Malteser-International-es, llegó a mi pueblo hace dos años para ayudarnos a mejorar nuestras condiciones de vida, reaccioné enseguida con mucho entusiasmo. Nunca habíamos recibido la asistencia de ninguna organización, y ellos llegaron además durante la estación de lluvias, cuando más difícil es desplazarse. En aquel momento pensé: de verdad deben amar nuestro pueblo.
Movida por la voluntad de ayudar a mejorar nuestra comunidad, enseguida me inscribí en el primer encuentro organizado por Malteser-International-es con los habitantes del pueblo. Estuve de acuerdo con todo lo que se debatió en esa reunión en lo referente al acceso al agua potable. Así que decidí hacerme miembro del Comité WASH, responsable de los proyectos hídricos e higiénico-sanitarios de nuestro pueblo. Me apunté porque pienso que es importante colaborar por el bien de nuestra comunidad.
Durante las reuniones sucesivas identificamos dos proyectos bastante urgentes: la protección de nuestra fuente de agua y la construcción de letrinas. No fue difícil identificar estas prioridades, porque llevábamos años debatiéndolo pero nos faltaban los conocimientos y los recursos para llevar las ideas a la práctica.
Muchas cosas han cambiado para mí y nuestro pequeño pueblo gracias a estas iniciativas. Por primera vez, tenemos acceso a gran cantidad de agua potable.
Antes teníamos que subir y bajar una colina para llegar hasta un grifo que compartíamos con otras dos familias. A menudo, sobre todo durante la estación seca, no había agua, lo que creaba tensiones con los vecinos, sospechábamos que sacaban más agua de las que les correspondía.
Tenía que ir a coger agua al menos tres veces al día, pero los días en que debía dar de comer a los cerdos o lavar la ropa era mucho más. Trasportaba el agua en troncos huecos de bambú, que apilaba en una bolsa colgada a mi espalda. Pesaba mucho, y por la noche sufría fuertes dolores. Además, el agua estaba sucia, a menudo he podido ver arenilla y gravilla flotando; sin embargo la usaba para beber, puesto que no tenía otra alternativa.
En uno de las reuniones del comité WASH, un miembro del personal de la Orden de Malta explicó que la fuente que usábamos no estaba protegida, por lo que el agua se podía ensuciar con facilidad. Ahora me doy cuenta de que estas cosas influyen en la calidad del agua. Así que construimos una barrera alrededor de la zona, cubrimos la fuente e instalamos tuberías para transportarla directamente hasta nuestros hogares. Ahora, para tener agua limpia lo único que tengo que hacer es abrir el grifo en casa.
Las nuevas letrinas también han sido una gran mejora en nuestras vidas. Antes, yo y todos los habitantes del pueblo nos veíamos obligados a desplazarnos a pie hasta el bosque vecino. Nos daba miedo salir de casa por la noche. A menudo la gente sufría picaduras de mosquitos o mordeduras de serpientes. Durante la estación de lluvias, cuando el terreno está resbaladizo, muchas veces me caía. Gracias a un retrete cubierto instalado al lado de mi casa, sólo para mis hijos y para mí, esto es ya un recuerdo del pasado. Además, el olor pestilente que había en el pueblo ha desaparecido, y ahora estamos orgullosos de recibir invitados.
Pero el cambio más significativo en mi vida han sido los conocimientos que he adquirido gracias a Malteser-International-es. Como muchos de mis vecinos, mi familia siempre estaba luchando contra enfermedades como la diarrea. No sabíamos cuál era la causa y cómo podíamos prevenirlas. La prevención es especialmente importante en No Pa Poo, porque el centro sanitario más cercano está a muchos kilómetros, y la carretera principal está en muy mal estado. He aprendido mucho sobre higiene y salud, como por ejemplo la importancia de lavarse las manos, de hervir el agua antes de beberla y de envolver los alimentos. Desde entonces, en nuestra familia no hemos tenido más casos de diarrea.
Debo decir que estoy muy orgullosa de haber contribuido a esta mejora en nuestras vidas. Durante las reuniones cociné para los vecinos que instalaron las tuberías, y también ayudé a trasportar las canalizaciones, las piedras y la arena para la protección de la fuente. Como comunidad, queremos seguir mejorando nuestra calidad de vida. Nuestro nuevo proyecto, gestionado por los vecinos, es dotar a cada casa de electricidad.
Entrevista: Kai Pohlmann