A principios del mes de junio, los contagios de covid-19 empezaron a crecer exponencialmente en Hebrón, en el sur de Cisjordania, la zona a la que sirve el hospital de la Sagrada Familia de Belén. Michele Burke Bowe, embajador de la Orden de Malta en Palestina, explica en su informe que esta pandemia está siendo más dura que cualquier otra dificultad por la que haya tenido que pasar la región.
A principios de julio, el gobierno ha decretado un segundo confinamiento, después del primero de marzo, que ha incluido el cierre de todas las iglesias, mezquitas, empresas y escuelas. El Ministerio de Sanidad espera que estas drásticas medidas puedan ralentizar los contagios, que han venido aumentando a un ritmo de hasta 5 % al día. Con una tasa de contagios tan elevada, el frágil sistema sanitario podría desmoronarse.
El brote ha infectado ya a más de 9.000 personas, principalmente de las zonas de Belén y Hebrón. A día de hoy hay más de 81 sanitarios contagiados y 30.000 personas en aislamiento preventivo. Estas cifras no son más que una parte ínfima de la cifra real de contagios, puesto que la desesperada situación económica fuerza a la población que tiene un puesto de trabajo a trabajar, incluso si tienen a un miembro de la familia enfermo. Los enfermos no se realizan las pruebas, debido al cierre de carreteras y a que las personas que tienen trabajo temen quedarse sin ingresos si son puestos en cuarentena.
Este segundo confinamiento está teniendo un impacto dramático en el Hospital de la Orden de Malta, que no ha podido permanecer libre de coronavirus. Una madre presintomática dio a luz en el hospital y, al caer enferma, todo el equipo que la había atendido tuvo que ser sometido a pruebas y puesto en cuarentena. El jefe del servicio de obstetricia también tuvo que aislarse por haber estado en contacto con el coronavirus, aunque finalmente no dio positivo.
El hospital sigue con su ritmo diario de nacimientos, entre doce y diecinueve. Se prevé un aumento de complicaciones en los partos, debido a la falta de atención prenatal por el cierre de los centros de salud y un aumento del porcentaje de ingresos en cuidados intensivos neonatales. Este servicio está ya al límite de su capacidad, con casos más complicados y costosos que de costumbre.
El confinamiento de Belén y el cierre de la carretera de Hebrón, de tres meses de duración, ha contenido los contagios, pero ha tenido un gran impacto económico en el hospital. La mayoría de familias no pueden en la actualidad contribuir a los costes de su atención o de su parto, lo que provoca un déficit imprevisto de 600.000 dólares en el presupuesto del hospital. «La Fundación Hospital de la Sagrada Familia en Washington se esfuerza ahora más que nunca en encontrar financiación que nos ayude a mantener las puertas del hospital abiertas durante esta crisis», afirma el embajador.
Belén necesita al Hospital de la Sagrada Familia ahora más que nunca, para garantizar la seguridad de las madres y sus bebés, y el Hospital de la Sagrada Familia necesita, ahora más que nunca, ayuda para seguir atendiendo a todos.
Puede apoyar la labor del hospital con un donativo. Para más información:
https://birthplaceofhope.org/donate/