Con más de 370 participantes, entre ellos representantes y autoridades religiosas de unos 70 países, el G20 de las Religiones en Bolonia ha finalizado ayer, martes 14 de septiembre. Inspirada en el tema «Tiempo de sanar», la Orden de Malta ha aportado su contribución participando en numerosas reuniones centradas en el papel de las instituciones religiosas en los escenarios de crisis y en la promoción de los derechos humanos a la luz de las numerosas crisis en curso en el mundo: desde la pandemia hasta las guerras en África subsahariana y Oriente Medio.
Centrándose en la crisis de Afganistán, el Gran Canciller Albrecht Boeselager ha recordado el papel que las religiones y los líderes religiosos pueden desempeñar para desactivar los conflictos y proteger a la población: «Salvaguardar el diálogo con los dirigentes del país sigue siendo fundamental, aunque sea difícil, especialmente para proteger a mujeres, niños y minorías étnicas. En un país desgarrado por décadas de disturbios, rivalidades internas y luchas de poder, debemos ser conscientes del peligro de que las religiones se utilicen para exacerbar las tensiones. Por el contrario, las religiones y los líderes religiosos pueden desempeñar un papel fundamental».
Esta misma idea ha sido repetida por el embajador de la Orden de Malta en Italia, Stefano Ronca, en la presentación del Pacto Religioso, documento elaborado por la Orden junto con expertos y representantes de las principales religiones monoteístas, que resume los principios y valores compartidos por las distintas confesiones y es una herramienta concreta para los líderes y las comunidades religiosas.
El embajador de la Orden de Malta ante la Santa Sede, Antonio Zanardi Landi, ha insistido en la importancia de la hospitalidad, un valor intrínseco del cristianismo, y el embajador Daniele Verga, consejero diplomático, participando en una conferencia sobre la trata de seres humanos, ha explicado el compromiso de la Orden de Malta para frenar y combatir el fenómeno, tanto en términos de intervención en la comunidad internacional como de ayuda práctica para proteger a las víctimas de la trata.