A S.E. el venerable bailío Frey Ludwig Hoffmann von Rumerstein,
Gran Comendador y Lugarteniente interino,
y a los miembros del Consejo Pleno de Estado de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria
de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta
En mi solicitud pastoral para que la Orden de San Juan ofrezca a la Iglesia y al mundo sus carismas, su misión y la labor para la que el Señor la creó hace 900 años, es mi deseo ofrecerles una palabra de aliento y algunas reflexiones, en estos momentos en que se preparan para la elección del Gran Maestre o Lugarteniente del Gran Maestre.
Es mi convencimiento que, en el ejercicio del oficio que me ha sido confiado como Pastor supremo de la Iglesia, tengo la responsabilidad de todos los institutos de vida consagrada, y por lo tanto también de su insigne y ancestral Orden. La propia Carta Constitucional de la Orden de Malta considera que uno de sus objetivos es mantener una relación especial con el Sucesor de Pedro.
En virtud de esta relación especial, en estos últimos meses he escuchado atentamente, por mí mismo o a través de mi Delegado, los anhelos y las aspiraciones de muchos miembros de la Orden, que desean encontrar la manera de servir aún en mayor armonía con el Evangelio al carisma y los objetivos de la familia de la Orden (Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum).
Inician ustedes un importante camino de renovación espiritual con un espíritu de fidelidad a su tradición y atendiendo a los signos de los tiempos y las necesidades del mundo actual, a través del testimonio de la fe y en el servicio a los pobres.
A la persona que elijan para guiar a la Orden en este periodo de transición se confiará la labor de lanzar el proceso de estudio y propuesta de las reformas necesarias, que serán después debidamente evaluadas por un Capítulo General Extraordinario.
En virtud de la responsabilidad que confié a mi Delegado Especial ante esta insigne Orden en mi decisión del pasado 2 de febrero, designo ahora a S.E. Giovanni Angelo Becciu para recibir el juramento de la persona elegida, aplicando en la medida en que sea necesario una excepción a los artículos 14 y 17, apartado 5, de la Constitución.
Ruego al Señor y les animo a realizar con gozo la misión que inició el Beato Gerardo y que continuaron con su testimonio tantos Santos y Beatos de la Orden de hacer avanzar la gloria de Dios mediante la santificación de sus miembros, el servicio a la fe y al Santo Padre y la ayuda al prójimo. Que la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, del Monte Filermo, el precursor y profeta San Juan Bautista y el Beato Gerardo les acompañen en su camino.
Como prenda de asistencia divina, con un afecto particular, les imparto a todos mi bendición apostólica.
Francisco
Vaticano, 26 de abril de 2017