En abril de 1994, miembros de la mayoría hutu en Ruanda organizaron y llevaron a cabo un asesinato masivo de la minoría tutsi. En sólo 100 días, más de 800.000 tutsis fueron asesinados, 10.000 por día, 7 por minuto. El genocidio tuvo su desencadenante en la muerte del presidente ruandés hutu Juvenal Habyarimana, cuando su avión fue abatido sobre el aeropuerto de Kigali el 6 de abril de 1994. “Hoy conmemoramos las víctimas del mayor genocidio de la historia moderna en África, y honramos a los que sobrevivieron y aún sufren las consecuencias físicas y psicológicas de esta atrocidad”, afirma Albrecht Boeselager, Gran Hospitalario de la Soberana Orden de Malta.
“Para el ECOM (el cuerpo de emergencias de la Orden de Malta entonces), Ruanda fue la primera misión internacional: fue la primera vez que asociaciones nacionales de la Orden, en especial Alemania, Francia y Bélgica, ofrecieron ayuda médica conjuntamente”, recuerda Boeselager.
“Es importante conmemorar este aniversario por varias razones”, afirma el Gran Hospitalario. “Debemos evitar que se vuelvan a producir atrocidades similares, y tenemos el deber de promover la cultura de la aceptación y la fraternidad”.
Dado que está ampliamente admitido que la masacre de Ruanda fue una tragedia anunciada, “conmemorar el 20 aniversario del genocidio es una ocasión importante para reflexionar sobre el papel fundamental que la comunidad internacional debe asumir en la prevención de estos pavorosos crímenes”, explica Boeselager.
“La Orden de Malta seguirá desempeñando su papel, que emana de su naturaleza independiente, apolítica y neutral: tender puentes de comprensión y diálogo”, continúa Boeselager, subrayando la importancia de la diplomacia humanitaria frente a los retos del siglo XXI.
Los primeros equipos de la Orden de Malta llegaron al norte de Ruanda, a la región de Byumba, poco tiempo después del comienzo de la masacre. Durante más de 5 meses ofrecieron ayuda médica de emergencia a más de 30.000 desplazados internos en tres campamentos diferentes. En el distrito de Kiziguro, al norte de Kigali, en noviembre de 1994 el personal de la Orden de Malta inició la rehabilitación y reconstrucción de las instalaciones médicas locales, como el hospital de distrito de Kiziguro y 7 centros de salud destruidos. Cerca de 150.000 habitantes pudieron recibir asistencia sanitaria básica.
A través del ECOM, que en 2005 se convirtió en la organización de ayuda internacional de la Orden de Malta, Malteser-International-es, la Orden comenzó su labor en la República Democrática del Congo, donde se concentraban 1,3 millones de refugiados ruandeses, en las regiones de Goma y Bukavu. Allí, entre finales de julio y enero de 1995, los equipos de la Orden de Malta participaron en la rehabilitación de instalaciones de agua potable y ofrecieron servicios médicos de emergencia y asistencia sanitaria básica a los refugiados. Entre noviembre de 1996 y febrero de 1997, debido a los combates entre el ejército congoleño y los rebeldes hutu, más de un millón de refugiados ruandeses se vieron obligados a huir de los campamentos en la República Democrática del Congo y Tanzania. Los voluntarios de la Orden de Malta suministraron agua potable a los refugiados retornados a Ruanda, en las llamadas “estaciones de agua potable”.
“Condenando cualquier acto de violencia, la Orden de Malta está presente en 120 países, incluyendo África, y trabaja incesantemente para ofrecer asistencia sociosanitaria, siguiendo su tradición milenaria”, afirma el Gran Hospitalario.
Personal de la Orden de Malta involucrado en la asistencia recuerda el evento con sus propios testimonios (en Inglés):