Las monjas de la Orden de Malta
Las monjas de la Orden de Malta
No todos saben que la gran familia religiosa de la Orden de Malta cuenta con comunidades contemplativas muy antiguas en España y Malta: las monjas de clausura de San Juan de Jerusalén todavía habitan los monasterios de San Juan de Acre, en Salinas de Añana, y de algunas zonas de Zamora, en España; así como en el monasterio de Santa Úrsula, en Malta.Según los expertos, el origen de esta rama femenina se remonta a la fundación de la propia Orden de Malta en el siglo XI y a las primeras monjas consagradas del Hospital de Santa María Magdalena. La labor de estas religiosas, dirigidas por la Sierva de Dios Inés de Alix, era esencial para atender a peregrinas y enfermas en los hospitales. A lo largo de la historia, tanto el número de hermanas como su organización fue en aumento; se extendieron por Italia, España, Portugal, Reino Unido, Francia, Dinamarca, Países Bajos y Rodas, permaneciendo fieles al ideal y al carisma de la Orden de San Juan.
Otros historiadores sostienen que la fecha oficial de su creación fue el año 1153, cuando el Papa Eugenio III aprobó la fundación de la comunidad del convento de Sijena por parte de la reina Sancha de Aragón, viuda de Alfonso II, y su hija Dulce. De ahí el nacimiento de una de las primeras comunidades femeninas de la Cristiandad. En sus inicios, tenían vínculos familiares con los Caballeros de la Orden y su cometido específico era rezar por ellos y por el Gran Maestre. El monasterio de La Valeta se fundó siglos después, en el año 1584; y, al igual que en otros conventos más antiguos, a sus religiosas se les denominaba “Sorores” (del mismo modo que los Caballeros eran llamados “Fratres”).
En La Valeta, Malta, el monasterio de Santa Úrsula fue fundado por el Gran Maestre Verdalle en 1582, en el Palacio de Birgu, vacío desde que la Orden se estableció en La Valeta. En 1595, el monasterio se trasladó a La Valeta. Las monjas tenían el mismo rango que los hermanos capellanes de la Orden; observaban las normas conventuales y acataban la jurisdicción del Gran Maestre. En su profesión de fe religiosa, las monjas hacían votos de respeto a la Regla de la Orden de San Juan de Jerusalén, siguiendo la práctica establecida en su fundación, que prosigue hoy en día.
Durante más de ochocientos años, las hermanas jerosolimitanas se han dedicado a rezar por los miembros de la Orden y, hasta el siglo XIX, siguieron bajo la jurisdicción del Gran Maestre. Han aportado a la Iglesia algunos modelos de santidad dignos de admiración como Santa Ubaldesca Taccini (1136-1206), Santa Toscana Canoculi (1280-1343) o Santa Flora di Beaulieu (c. 1300-1347). La Hermana Patrocinio Chillida Manes y la Hermana Visitación Solè Yvern, mártires durante la guerra civil española, se encuentran en proceso de beatificación.
Según escribió la Servidora de Dios Primitiva del Santísimo Sacramento, “La misión de las religiosas jerosolimitanas es glorificar a Dios a través de la santificación personal; mediante la observancia del Santo Evangelio, de sus votos, de la Regla y de la Constitución; ejerciendo la hospitalidad de acuerdo con la clausura papal y rezando para la santificación de nuestros hermanos, los Caballeros de la Orden de Malta”. Pese a esta clausura papal, las religiosas atienden una casa cercana al monasterio en la que se organizan retiros espirituales para visitantes y feligreses.
El convento de San Juan de Acre en Salinas de Añana, en España, se fundó cuando la Orden todavía estaba presente en Acre, en Tierra Santa. En La Valeta, el monasterio de Santa Úrsula es uno de los monumentos históricos del país, y un hito de la vida religiosa de Malta.
Les instamos a rezar por las hermanas en el desempeño de sus tareas espirituales. Y les rogamos aporten sus donativos generosos para apoyar su labor.